jueves, 3 de enero de 2019
Nosotros, los autoflagelantes
Imagen de http://www.colegioveterinario.cl
Al parecer en algunas situaciones no hay un término medio, hay uno u otro estadio, si no está en uno, estas en el otro y punto.
Chile actualmente se encuentra entre los países con índices de felicidad altos, cercano a los 26 puntos, más cerca de Finlandia, el número 1, el campeón, que de Sudán del Sur, un país de África que en los números luce poco feliz, está en el lugar 154. Todo hace suponer que vivimos muy contentos en este suelo, que si bien no todo es miel sobre hojuelas, al menos tenemos un sentimiento de agrado, de complacencia de amanecer cada día vivos, de poder salir de nuestras casas y enfrentar el mundo; pero hay algo en el ambiente, se puede oler un aroma de actitud contestaría con algo de pesimismo y algunos buenos kilos de impotencia encubierta, esta última es una actitud que aparece en la conversación intima, en el diálogo en confianza, en el “face to face”, pienso que en algunos escenarios esa impotencia encubierta nos posiciona como autoflagelantes.
El siguiente es un caso para reflexionar, para darle vueltas, posiblemente estemos llenos de este tipo de situaciones, tengo la sensación que en el ambiente de felicidad que nos detectan, hay algunos escenarios kafkianos.
Una señora de 85 años vive sola y encerrada en su casa, debe salir a caminar de preferencia en forma diaria, su corazón lo está pidiendo a gritos, su ánimo también, pero no puede, tiene miedo de ser comida. Un día “alguien”, una persona de buena voluntad le dio de comer a un perro vago, esa misma persona le dio de comer luego a un segundo perro vago, luego un tercero y así nos fuimos, hoy son unos nueve, han encontrado un lugar donde estar, un punto en la ciudad donde llegar, relajarse, dormir y comer, en esta escena feliz, unos perdieron.
En la misma película, pero en otra escena, un vecino cansado que le robaran desde su automóvil que dejaba fuera de su casa que carece de espacio para un garaje, miró la situación de los perros, y ante la eventualidad de tener un sistema de alarma eficiente, y de contar con una fiera guardia permanente que cuide su automóvil, optó por sumarse y comprar alimentos para perros, es un “dog lover” y sigue el juego de la persona de buena voluntad.
La jauría es brava, el líder es un chico feo medio chueco y mal intencionado, con unos dientes tipo tiburón que muestra muy rápido, pienso que sufre de complejo de inferioridad. Cualquier vehículo que pase por el lugar será seguido con muestras de odio, aullidos, ladridos y otros sonidos funestos proveniente del meta-mundo de los perros, las muestras de agresividad de los canes va “ in crescendo”, su espíritu colectivo les hace saber a cada visitante que osa cruzar su “su territorio” , quien manda allí. En las noches los ladridos se incrementan, los aullidos alegran al dueño del automóvil e intimidan a otros.
Kafka entra en escena cuando se intenta hacer algo, entonces los caninos a través de sus amistades humanas nos hacen ver que son “perro comunitarios”, porque cumplen con : “perro que no tiene un dueño en particular pero que la comunidad alimenta y le entrega cuidados básicos”… sic, por lo tanto el proceso de alejarlos requiere que un juez los declare peligrosos, eso podría ocurrir si un fiscal competente logra demostrar con pruebas convincentes que existe riesgo, es decir, deberá acompañar algunos casos de ataque documentados con medios de pruebas válidos, o la muerte de algún ciudadano honorable y debidamente identificado, no se vale llevar un cadáver nn, se podría argumentar que fue llevado al lugar, una acusación muy fea.
La ley que aborda estos temas, la ley “Cholito” prohíbe sacrificar estos animales bajo ninguna circunstancias, nadie lo piensa en este caso pero es un asunto curioso, día a día sacrificamos miles de otros seres sin tanta suerte, algunos de ellos grandes, rechonchos y mansos, otros rosaditos e igualmente gorditos, y quizás cuantos otros millones de condenados cubiertos de plumas, al parecer odiamos las plumas, ¿ será porque tenemos pelos?. La ley es clara respecto a esa comunidad canina, se protege, no porque estén en peligro de extinción ni porque tengamos una cultura religiosa que los proteja como el conocido caso de la India y sus vacas, es sólo porque los perros nos caen bien, los gatos por supuesto también, aunque estos últimos no les gusta morder a la gente, les gusta más el pescado, otros seres condenados, y así las cosas, les traemos una variedad de esos sabrosos nadadores desde las costas a sus mesas.
Continuando el tema, hay un “statu quo”, nadie mueve ficha, después de todo nadie quiere ser políticamente incorrecto, es mucho riesgo en los tiempos que corren, en varios casos se prefiere sufrir, morder la impotencia y aceptar la situación, eso es vivir encerrado, escuchando de noche el aullido a la luz de la luna, o los conciertos de penas de amores de la jauría.
La abuelita, las otras abuelitas, los niños y los otros vecinos no son los únicos que se siente intimidados y debe vivir su encierro, hay que agregar los hijos, parientes y visitas externas, los “delivery boy (o girl) ” y por supuesto el cartero que debe llevar entre sus ropas algunos huesos, muchos se acercan protegidos por sus automóviles hasta llegar a las casas, hay que tomar resguardos, el ambiente además se ha vuelto fétido, no hay baños perrunos por allí.
Pienso que somos autoflagelantes, normalmente se hacen leyes sobre una situación aún caliente, con la temperatura alta y sin mucha reflexión, sin medir en profundidad el alcance de la norma, una situación que tal vez ha ocurrido en este caso con la ley “Cholito”, me sumo a la postura que señala que hay que ser bondadoso con los animales, en ese tema también me sumo a otras varias causas, no me gustan los rodeos, ver sufrir los terneros, pero hay que dejarse una salida, una salida clara y operativa, una puerta que permita enfrentar los escenarios, porque en caso contrario se produce un nudo gordiano.
Finalmente, la razón indica que no hay que perder el norte, primero está el ser humano, no nos castiguemos todos por culpa de unos cuantos que odian a los animales, eso es ser autoflagelante.
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