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Durante estos días de pandemia a algunos/as les puede suceder como a mí, desde alguna parte de la mente emergen en visita unos instantes extraños, llegan unos invitados que normalmente no atendemos, o quizás mantenemos alejados en mazmorras ocultas de la mente y ahora se liberan.
En estas condiciones tan especiales en que no hay desplazamientos en las mañanas, cuando no hay que ir a lugares en forma obligada, o no nos reunimos con otros en rutinas programadas y no vemos el resto de la ciudad y sus múltiples estímulos, se puede caer en una parálisis defensiva, en síntesis, en este delta de tiempo hay lugar para atender visitas incómodas, probablemente porque hay más tiempo para reflexionar, para dar vueltas y vueltas a algunos asuntos.
Mirar la propia huella de vida es un asunto de luces y sombras, especialmente cuando se han pasado varias décadas estando vivo y cuando se ve más cerca el final del viaje. El caso es que en estas extrañas circunstancias las viejas imágenes de momentos vividos se atropellan para hacerse presente en la mente, algunos familiares y amigos perdidos y ya casi olvidados, aparecen de la nada y ocupan su tiempo en el recuerdo, los archivos mentales se abren y nos dicen de manera concluyente que hemos vivido, no hay duda.
Este pensar diferente viene en mi caso a recordar entre otras verdades la fragilidad de todo, la locura del espectáculo que damos en el tiempo y el afán de los esfuerzos humanos por sobrevivir cuando todo en realidad se acaba( 1); hace unos minutos miraba como decenas de barcos cruceros, enorme embarcaciones destinadas al ocio son desaguados en un puerto turco, la caída del sector es brutal, nadie quiere cruceros, por ahora nadie quiere ir a olvidar su realidad a mundos de fantasía en medio del océano, así, se está diciendo adiós a los bailes con el capitán y los shows, ahora los barcos se desarmarán, se fundirán y volverán a ser piezas de acero y otros insumos básicos, el sueño anterior ha pasado.
El tiempo pasado, la existencia de tantos que ya no están tiene eso, es insustancial y poco importa en el ahora (2), en parte todo lo que fue humano está vacío y apela su rastro al recuerdo de nosotros y me parece que sólo nosotros podemos darle algún sentido, sin nosotros no tienen ningún sentido, no importa en las magnitudes del universo. Unos minutos de reflexión bastan para estremecerse y entender que todo lo que nos rodea es simplemente ilusión, me pasa cuando miro algunas fotos y películas de principio del siglo pasado - oportunidad que agradezco a algunos "Youtuber" que se encargan de presentarme esas imágenes en sepia - cuando observo esas gentes caminando preocupadas de sus asuntos, haciendo sus vidas normales del día a día, conversando del mañana o posando para la cámara , pregunto al tiempo, ¿donde están ahora?, ¿todos, todas ellos/ellas, donde se fueron?, ¿que son ahora?, una sensación de vacío queda en el aire, desaparecieron en el tiempo como las flores de mi jardín del año pasado.
Entiendo a aquellos que se buscan excusas para darle sentido a su vidas y no caer en el oscuro llamado… ¡acéptalo la vida no tiene sentido! que pregonaba Albert Camus, para él fue todo un absurdo, lo mismo nos trajo Emil Cioran (3 ), el absurdo, el aburrimiento, la decadencia eran sus conceptos de la existencia, me imagino que para escapar de esas constataciones existenciales tantas y tantos buscan en la nobleza de sus actos sus redenciones, una parte no menor busca afanosamente subirse al pódium y tomar los báculos, las antorchas, las insignias del poder para decirse ¡mira, existo, soy!, otros se empeñan en buscar respuestas en cuanto discurso metafísico les llegue a sus oídos o toque sus puertas en un continuo de engaños, fantasías y entrega a terceros, absurdo esto último pero sus búsquedas desesperadas son la forma de calmar la vacuidad del ser.
Los países no son más que comunidad de personas, y a veces caímos todos de sopetón en una sensación de vacío, en un pisar en falso y perder el rumbo, en una suerte de caminar sin sentido a ninguna parte y ya sin luces que nos alumbren dejarse llevar y desaparecer. Me parece que globalmente damos rienda suelta a una danza macabra entorno al vacío de la existencia, jugamos con la nada como se juega a la ruleta rusa. Se puede constatar, al mismo tiempo que se corre a firmar protocolos para el cuidado internacional de una especie de ratoncito en peligro de extinción, se firman con el mismo entusiasmo, pero en otros cuartos menos visibles el desarrollo o la compra de aterradores arsenales para exterminar todo cuanto vive en fracciones de segundo, y en la fiesta, con el pecho hinchado se invita a aplaudir el paso de miles de clones humanos entrenados para eliminar y ser eliminados cuando se les ordene.
En estos momentos tan extraños de mi existencia la reflexión me trae algo desde la nada, esto que es un absurdo desde la lógica, me llena de preguntas sobre el destino final de todo, la nada, ¡es la pandemia y sus lapsus!, me reclama en su rescate el lóbulo frontal que luego me aterriza nuevamente en la realidad, el sonido de teléfono, una alerta para una reunión por zoom me trae de vuelta al presente, y la mirada al techo esperando salir de esta con los pulmones intactos se focaliza ahora en la pantalla, en la comunicación de estos tiempos.
Nadie sabe qué pasará luego, hay voces dibujando futuros por allá afuera, también hay bastante ruido de fondo de agoreros y científicos, pero sobre todo hay conciencia de las in-certezas del mundo del mañana. En fin, claro que existe el vacío existencial, y parece que esta sensación afecta en forma más brutal cuando comienza el derrumbe de una civilización, sus mitos, sus estructuras y sus órdenes, mi impresión es que estamos viviendo algo similar…o igual a eso.
1.-A pesar de los urgentes esfuerzos por controlar el virus, hay estadios completos de humanos desapareciendo, toda una tragedia.
2.- Algunos gurús de la autoayuda como Eckhart Tolle dicen – "hey vive el ahora…"
3.- Fue un filósofo de origen rumano
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