sábado, 1 de junio de 2013
CLIENTELISMO
Hace algunas horas de ha destapado el llamado escándalo de los exonerados, una situación anómala que ha venido ocurriendo al menos por unos 19 años, en síntesis se trata de un grupo bastante importantes de personas – se estiman unas 100.000, una ciudad mediana completa-, que reciben subsidio por ser exonerados políticos y nunca lo fueron.
No es mi norte discutir si corresponde o no este beneficio, si las políticas reparatorias estuvieron bien o mal, o si los organismos de control actuaron sin diligencia e hicieron vista gorda, esos no son más que hechos de la causa, algo pretérito, y quizás este tipo de anomalías se esté repitiendo en muchos de los planes de subsidios de todo tipo que han abordado los gobiernos democráticos en los últimos años, no lo sabemos, pero dada la evidencia disponible sobre este caso, podría ser este un tema recurrente.
El problema de fondo aquí, es lo que se llama el clientelismo político, este concepto no tiene color e ideología, se trata simplemente de favorecer a quienes nos favorecen, así, tú me das tu voto y yo te doy la ayuda, una suerte de intercambio de beneficios, un empate. Cuando hay un lado del espectro político que encuentra esta olla y la destapa, grita a todo pulmón la falta, luego, cuando es el otro lado el que descubre la transacción, el anterior calla y trata de quitarle perfil, intenta echarle tierra, es al fin y al cabo una actitud humana de auto-defensa ante lo que es evidentemente una mala práctica, un delito.
El clientelismo podemos entenderlo como una actitud, pero requiere de una estructura para funcionar. Según algunos autores como Javie Auyero de la Universidad de Texas, depende además de un tercer integrante aparte del llamado patrón y el beneficiario-cliente, se trata del mediador, o el que intercambia información y contactos entre una y otra parte, parece ser que en este caso el mediador no es una persona, son varios legisladores.
La relación es asimétrica, y termina sin duda en una dominación de quien tienen más que dar o tienen más capital, en consecuencia, el clientelismo es la puerta de entrada al servilismo, a la dependencia, a la pérdida de dignidad. Así, cada vez que vemos a nuestros poderes públicos que con buenas intensiones generan programas de ayuda a un colectivo en particular, hay un riesgo, y aún cuando se tomen algunos resguardos se está sujeto a que aparezca el clientelismo como parte del sistema, la razón es básica, se puede explicar por la ambición, unos quieren permanecer en el poder y los otros descubren que tienen algo que vender.
El clientelismo se puede dar en muchos escenarios, pero es una obligación ir acotando sus posibilidades y quizás haya que preocuparse preferentemente por aquellos programas extraordinarios , aquellos programas similares al de los exonerados, que como se ha visto, ha causado mayor indignación entre los propios y reales beneficiarios ante la gran cantidad de “invitados”. Desarrollar una estrategia para evitar este tipo de injusticias en mi opinión pasa por al menos tres tipos de mecanismos que deben ser implementados en cada caso.
1.- Trasparencia total : hacerlo todo trasparente, informado y sin recovecos , y por supuesto con los datos verídicos, de manera que cualquier hijo de vecino, colectivo o aún, los propios beneficiarios puedan hacer chequeos permanentes y cuando lo estimen conveniente denunciar indicios de aprovechamiento, es decir la fiscalización permanente.
2.- Tiempos acotados : quizás alguien piense que tiene mérito para recibir durante toda una vida un beneficio porque el daño es muy grande, pero eso a mi juicio no es posible, el Estado que somos cada uno de nosotros no puede llevar cargas permanentes generación tras generación por problemas o circunstancias ocurridas en tiempos pasados, pienso que no es posible subvencionar la vida de una personas con cargo a cada uno de nosotros y de nuestro hijos, en consecuencia resulta mejor evaluar bien el daño y ajustar el pago en unidades de tiempo y acotado, y si no se tienen los recursos resulta en una actitud irresponsables abordarlo, habrán otros beneficios. Me parece que siempre debe haber un tiempo de término, un tiempo de cierre, cuando las facilidades se dan durante mucho tiempo, otros piensan que es un derecho.
3.- Cuerpo colegiado: Mi pensamiento sobre este tema es igual a lo que pienso en el caso de los tribunales ordinarios de justicia en primera instancia o de garantías, me parece dictatorial e absolutista que en cada tribunal sólo encontremos a un sólo juez, es decir, se actúa como un robot imponiendo algo que está escrito y con los datos que puede una persona procesar en forma arbitraria, o se actúa con criterio ante las miles de variables que puedan existir. Para que haya criterio y evaluación se requieren al menos tres personas, es al fin y al cabo una valoración heurística. Aquí debe haber algo similar, un organismo colegiado, un grupo de personas capacitadas y que representen diversas corrientes de opinión o sensibilidades las que actúen como juez, y que cada caso tenga un expediente de mérito. En el caso contrario, si estas responsabilidades caen en un sólo individuo, por muy alta que sea su investidura, el clientelismo está servido.
Es evidente que por muy bien diseñados que sean los mecanismos que resguardan estos procesos, siempre se pueden saltar, ser burlados, al fin y al cabo tenemos un cerebro fabuloso y cierta tendencia a hacer el camino corto, a tomar el atajo. Quizás no sea mala idea volver al principio de todo, a la niñez e insistir allí sobre un principio fundamental “No tomes lo que no es tuyo”... en síntesis, no robes.
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