miércoles, 30 de diciembre de 2015

El caso de la araña de Rincón




Este pasado lunes mi hijo menor me llamó diciendo que lo había picado una araña de rincón, la conocida especie arácnida chilena de patas largas y rápido desplazamiento que es maligna para nosotros, y que al parecer a tenido un espectacular crecimiento este año, quizás por la falta de lluvia o vaya uno a saber porqué. El asunto es que por una información conseguida por mi esposa, el único lugar habilitado para tratar la picadura era el hospital regional, así que hacia allá nos fuimos presurosos, ya había pasado una media hora desde la picada.

Llegamos y no dirigimos al SOME , una funcionaria nos atendió detrás de unas estrechas ventanitas con micrófono y parlantes tipo cajero bancario, me cobraron el servicio porque estoy fichado en una "Isapre", ignoro si a todo el mundo le cobran antes de prestarle el servicio, pero yo tuve que pagar , luego vino una toma de signos vitales y seguramente una clasificación interna y a esperar.

Esperar mirando un muro estucado y con pequeñas ventanitas superiores, un muro largo y sinuoso , una suerte de muro de los lamentos, media hora, una hora, dos horas, tres horas, cuatro horas...., a las cuatro horas comenzamos a sentir ansiedad, incomodidad, la muralla ya nos parecía pesada y algo siniestra, y los asientos duros, afortunadamente la zona de la picadura se mantenía igual, picaba levemente y a ratos punzaba, y evolucionaba a una suerte de quemadura en la piel, pero no se notaba un mayor avance en la lesión, seguimos esperando.

A la quinta hora de espera, fui a increpar a la funcionaria que tomó los signos vitales, esta me respondió que cinco horas es una “espera normal”, y podría ser que esperara de un turno a otro, unas ocho horas. Finalmente a la sexta hora de espera nos rendimos, miré a mi alrededor las caras resignadas de los otros pacientes, ( por fin entendí porque los médicos nos llaman pacientes), les envié mis buenas vibras para que ninguno de ellos se muera sentado y me acerqué al SOME para solicitar la devolución de mi dinero e irme a otro centro asistencial, uno privado, por supuesto no nos devolvieron nada, la excusa fue que era otro turno, otras cajeras, otra situación, lo anterior había pasado y el sistema se volvía amnésico una vez recibido el dinero.

Llegamos a un hospital privado, luego de una espera de treinta minutos nos atendieron amablemente, me cobraron más o menos lo mismo que el hospital público, y el médico aceptó sin inmutarse unas treinta pregunta por minuto que le disparé directo al intelecto, los de la araña era posiblemente cierto, fue una picadura pero no para preocuparse, quizás se trató de un prima de la araña de rincón, o de una floja que aún no había realizado el curso de cómo picar humanos.

Entre las cosas increíbles que aprendí de las preguntas que hice, es que si alguien está pensando como nosotros en un antídoto, tendrá que pagar un avión para traerlo desde Santiago en vuelo Charter y antes de las 6 horas de la picada, no existe en la zona, por otra parte, el antídoto, un preparado secreto que puede ser brasileño o peruano es cómo un taladro chino, no está probado que sirva para lo cual se formuló, quizás podría tener un efecto placebo si las capacidades metafísicas están instaladas, y en el caso de imaginar un producto nacional similar, ni lo sueñen, no hay investigación nacional al respecto porque parece ser que no hay interés, o los jurados del Fondecyt estiman que la estadística no amerita la inversión, así, si se presenta algún investigador con su proyecto rotulado “Araña 1150954” probablemente le digan “siga participando”.

En resumen, si nos pica una araña de rincón hay que encomendarse a algún santo de las causas perdidas, el sistema no hará nada por ti, si hay necrosis, es decir si te empiezas a morir por parte, se esperará hasta que esta se contenga y te taparán luego el forado con tu propia carne, ello si no eres muy flaco, problema que pude haber tenido con mi hijo que es malo para comer, y si tienes la mala suerte de que se compliquen tus sistemas internos, entonces deberás esperar que te traten con cantos y remedios paliativos para que tengas una buena agonía.

El asunto de la araña deja muchas preocupaciones, la primera es, ¿cuántos chilenos se mueren en las salas de espera, pasillo y otras dependencias de los hospitales públicos esperando atención? , el compatriota de escasos recursos, el que nunca ha asistido a unas instalaciones privadas, nunca sospechará que las laaargas esperas frente a un muro y cierta indiferencia del sistema, en realidad no debería ser una situación normal, quizás no conoce lo contrario. La segunda es ¿quién le da la exclusividad al Ministerio de Salud para ser el “dueño absoluto” de los antídotos u otras pócimas vitales similares?, además me parece que concentrar estos medicamentos sólo en Santiago es lo más brutal que he escuchado en materia de centralización.

No voy seguir criticando el sistema de salud público en Chile, sé que muchos lo defienden a muerte y con ello consiguen eso, su muerte, a veces me parece que es como defender las instituciones del Rey, algo atávico, pero bueno, al menos me parece que está todo colapsado, quizás no por las capacidades profesionales que tiene sino por una gestión deficiente.

Finalmente, ¿qué pasa con la investigación prioritaria en Chile?, ¿por qué no se incentiva a jóvenes biólogos o bioquímicos para terminar con este tema y otros como el Hanta de una buena vez?, es sabido que muchos jóvenes investigadores, doctores de brillante intelecto, deben emigrar por la falta de incentivos para hacer investigación, quizás la clase política sacó esa palabra de su léxico, retiró por algún decreto la palabra “ investigación” para reemplazarla por la palabra “bono”, quizás sea hora de enseñar a pescar y no dar tanto pescado.

La araña de rincón me dejo un sabor amargo, me enseño la parte triste de nuestro país, del cómo sufren en silencio miles de compatriotas sentados y resignados en las salas de un hospital, estoy con todos ellos.


lunes, 27 de abril de 2015

Mirando la mujer del Cesar




Dice el dicho que la esposa del Cesar (Pompeya) no solo debe ser honesta, sino parecerlo. En estos días nos ha tocado asistir a un carnaval de descubrimientos de corrupción y manejos oscuros en la clase política, una suerte de huevos revueltos entre el poder, políticos, empresarios, medios de comunicación, fiscales, etc. Parece a ojos de un modesto espectador que la cosa esta bastante nauseabunda, quizás hedionda en algunos círculos y están quedando a la vista muchas miserias humanas. Por otra parte estamos todos invitados a las fiestas de los medios de comunicación, mesas-foros, debates, reportajes, entrevistas y un cuanto hay a fin de mostrar a la ciudadanía en todos sus ángulos, la actuación de cada actor de este realismo mágico en que vivimos.

Pero además está la actuación de algunos honestísimos ciudadanos que han salido a las cercanías de la cárcel y los tribunales a expresar su más absoluta protesta, llegando a agredir a algunos conspicuos personajes, la reacción ciudadana propia de gente honesta dirán algunos, y que muestran así su desesperación ante tan inusual comportamiento, pero sospecho quizás puerilmente que son actores profesionales de la cosa.

Romper vestiduras y clamar por tal desaguisado es quizás la parte más entretenida de este triste espectáculo, quizás hasta el dentista que se quedó con mi pago y nunca me colocó el diente debe estar entre los más enojados, o tal vez el reparador de mi equipo de sonido que me cobró lo que nunca hizo debe estar lleno de indignación. Pensando un poco, aquel contador que me contó de sus “movidas” financieras también debe estar gesticulando por esta situación límite.

En realidad deben haber muchísima gente indignada, muchos, porque este tipo de conductas no pueden ser, no puede haber en medio de esta sociedad de alta ética y moral unas movidas así, esto maltrata seriamente nuestra acaramelada y prístina relación social, digamos que de pronto apareció un furúnculo en la lozana piel de nuestra encantadora sociedad.

Lo cierto es que parece que la realidad es otra, o al menos a mí, con mi poca inteligencia, me parece que la cosa no es tan transparente, no es tan limpia como quisiéramos soñarla, y probablemente nunca lo ha sido, entre otras reflexiones mías, porque hace ya algún tiempo que intento apuntarle a una propuesta pública y extrañamente me he dado cuenta que hay algo más que mi mala suerte, parece ser que hay “movidas”, algo me dice que son siempre los mismos que le dan al clavo, que lo agarran todo, y no sólo eso, huele a “movidas” por todos lados, a veces tengo la sensación de no vivir en la falsa realidad que dice que somos el pueblo menos corrupto de esta parte del mundo, quizás sea cierto, pero en ese caso, ¿cómo estará el resto?.

Quizás lo que esté pasando es sólo una parte de una obra en que participamos todos, sospecho que entre los que más gritan, gesticulan y claman, deben haber algunos montados a duras penas sobre un tinglado de cristal y por cierto, deben haber otros que sólo lo hacen para la “galería”. En todo caso no justifico a nadie, pero estoy seguro que no seré yo el que tiraría la primera piedra, me parece que la actuación de ciertos políticos no es más que el “más de lo mismo”, que muchos personajes anónimos se “fabrican” en el día a día.

Mirando al futuro, creo que deberíamos sincerarnos, reconocer errores, hacer que el aparato del estado tenga un poco más de respeto por la Contraloría General de la República, que intentemos ver más allá de la propaganda política y mirar que tan oscuro es el background que soporta a cada personaje, y también porque no, intentar parar en seco a cada hijo de vecino corrupto que nos aceche, y dejar de bailar el mismo tango con él. Muchas veces las cosas no son lo que parecen, pienso sentado en una flor de loto que la falta de ética, de valores aún no nos ha sobrepasado, pero lo intenta con fuerza, quizás lo logre, de nosotros depende.

lunes, 2 de marzo de 2015

Dos dedos de frente, como mínimo




Hace algunos días estuve viendo un video de un escritor español, Salvador Freixedo - autor del libro “La Granja Humana” -, en el cual trataba temas que vinculaban los antiguos dioses y los ovnis, y que en síntesis argumentaba que tengamos mucho cuidado con los ovnis y sus ocupantes, los antiguos dioses, porque la historia demostraba inequívocamente que estos no eran seres buenos, más bien todo lo contrario, serían la esencia del mal, sin embargo, lo que me llamó la atención del discurso, es que al final, con todo lo argumentado el español dice que aún cree en algo superior, porque alguien debe poner las cosas en su lugar, y luego termina diciendo, “porque tengo dos dedos de frente”.

Los “dos dedos de frente” es una expresión común, y si la entendemos bien es similar a decir : “algo de inteligencia tengo”, puedo pensar por sí mismo. Si trasladamos esta expresión común entre nosotros y vemos el desarrollo de lo que sucede en el mundo hoy, y especialmente en nuestro país, algo está pasando con los dos dedos de frente, pareciera por momentos que vamos en un gigantesco carrusel y que no podemos bajarnos ni esperar que pare, no sé que pasa con los conductores, a veces parece que no hay conductor por ningún lado, los acontecimientos siguen un tipo de ruta que puso un desconocido piloto automático.

Pienso que por alguna razón y quizás en el mundo entero, se eliminó como requisito para controlar o conducir alguna pieza de los sistemas políticos, económicos y/o sociales, tener dos dedos de frente, quizás fue algún pronunciamiento de la ONU o un acuerdo secreto entre países, pero desde hace algún tiempo a esta parte, se nota que algunos líderes se saltaron ese requisito.

Las cosas no van bien, demasiadas crisis económicas, demasiado deterioro ambiental, demasiada corrupción, demasiada teoría de la conspiración, demasiada agitación social por todos lados, y en gestación una serie de conflictos bélicos a nivel global que nos puede llevar de nuevo a la época de las cavernas, ello ocurrirá si no somos lo suficientemente hábiles para desactivarlos a tiempo.

En el súmmum de nuestra modernidad, internet, podemos hacernos una idea de lo que ocurre por los foros de debate, y en los foros de internet se ve bastante odio, odio irracional y enconado entre adversarios que pretenden ganar un debate insultando y degradando al interlocutor, gente hinchada de soberbia que cree tener la razón sobre a donde la sociedad debe marchar, u otros que pontifican ideologías del siglo antepasado como si un siglo y medio hacia adelante no fuera nada, en resumen hay una evidencia sustantiva, salvo excepciones destacables, de mucho ladrido entre descerebrados.

Es difícil declararse ignorante hoy a la manera de Sócrates, pero es cierto, en mi caso soy bastante ignorante, pero en los tiempos que corren esperar que otros también declaren su ignorancia es un acto suicida, de la nada aparecen los gurúes formados por wikipedia, y entonces un pseudo-conocimiento de color pardusco, algo fétido parecido al mal aliento empieza a salir de la boca del interlocutor y nos envuelve, como esto ocurre bastante seguido, el ambiente también se está tornando algo espeso.

Me pregunto ¿donde están los más sabios?, aquellos que efectivamente, comprobadamente, y medido rigurosamente, tienen dos dedos de frente, ¿se extinguieron?. Me imagino que este podría ser el escenario actual no sólo aquí, en todos lados y si esto es así no nos queda más trámite que poner al menos tonto a dirigir urgentemente, algo nada fácil pero al menos quedaría muy claro que entre los limitados elegimos al que demostró algo más de capacidad, así las cosas, y como requisito inicial debería ser exigible una declaración cada vez que se asume un rol de importancia en la sociedad, se debería declarar cuanto falta para llegar a los dos dedos de frente debidamente certificado, de esta manera, si posteriormente se es increpado se podría argumentar con razón “no me pidan más de lo que no puedo dar....”, así, se acabarían las campañas de todo tipo y aceptaríamos tranquilamente que lo que hay, es lo que hay.

Como no soy sabio, no tengo más solución, pero sospecho que también deberíamos bajar algunos grados el ego entre nosotros e intentar entendernos unos y otros, quizás ese podría ser el secreto de los más sabios, porque pensando bien las cosas, si eso ocurriera, quizás no necesitemos sabios.

viernes, 30 de enero de 2015

¿Más o menos estado?



“Toda persona le debe por entero su existencia al estado” decía Hegel en sus elucubraciones filosóficas, y para él, el estado óptimo era la monarquía constitucional prusiana, para el filósofo alemán el estado es el principio de orden de la vida civilizada, una vida productiva que se desarrolla en la protección que este entrega mediante el estado de derecho, un concepto del siglo XVIII y que señala que el marco de leyes, ordenanzas, estructuras y otros, posibilita el desarrollo de deberes y derechos de los ciudadanos.

Sin duda el estado debe tener un rol importante en nuestras vidas, un rol base o marco orientador en la construcción de cada proyecto de vida, en la construcción de sueños dirán algunos, entonces el estado, ese ente abstracto en democracia y compuesto por leyes, ordenanzas, normas y por miles de funcionarios registrados según su rango de poder, o porción de poder que tienen en sus manos respecto al hermano mayor - la cabeza del estado -, siempre se vinculará hasta con el más ermitaño de los habitantes. Sin ésa enorme estructura la aventura de la vida en sociedad de desvencija y puede durar muy poco en un terreno dominado por la brutalidad, una naturaleza llena de animales de presa y buitres.

Mirando reflexivamente la percepción que tienen nuestros compatriotas del estado, me parece que en su inmensa mayoría suscribe con todo fervor al pensamiento hegeliano, porque se mira al estado como un protector- benefactor a todo evento, y a veces contra toda lógica.

Sin duda el estado debe tener injerencia en nuestras vida, ¿pero qué pasa cuando el estado comienza a tomar cada espacio que hay para respirar, para moverse con cierta libertad y bloquea todas las perspectivas individuales, homogeneizando?, esta no en una pregunta hipotética, o un escenario que pensaríamos utópico, es una pregunta real que permite evaluar una ecuación inestable que debe ajustarse cada cierto tiempo, no hay una receta, si se pierden ciertos equilibrios entonces el estado se transforma en un estado dictador, una fuerza que bloquea todos los caminos y nos conduce obligados en una sola dirección, algo aterrador y ahogante, o por el contrario, nos metemos de lleno en la ley de la selva, en el mundo de los señores de la guerra.

Equilibrar el estado es una tarea compleja, se trata en síntesis de equilibrar el poder, y ese trabajo de activación y desactivación se desarrolla siempre en un terreno complicado, se puede suponer por la naturaleza humana que el poder siempre busca más poder, y ya lo decía Tácito “no hay que fiarse nunca de un poder excesivo”, pero parece que para algunos de mis compatriotas, esto no le preocupa.

En la contienda diaria en nuestro país se aprecian fuerzas contrarias, los unos, buscan más poder para el estado, alineando sus fuerzas de modo de ir incorporando más y más espacios, sociales, productivos, educativos, culturales para el manejo del estado, los otros, intentando hacerlo más pequeño, y en algunos casos de fuerzas extremas , intentando desmantelarlo.

Tengo la sensación que una súper- máquina que lo haga todo, desde entregar sustento para vivir a fabricar papel higiénico no es una opción buena, pero tampoco veo bueno que cada cual construya sus leyes y viva de acuerdo a sus propias convicciones pasando por sobre los otros. Si pensamos racionalmente, Hegel tenía razón, sin estado no somos más que un mosquito en la oreja del poderoso y nuestra sociedad sería un juego de luchas intestinas asesinas, pero se ve con preocupación la fabricación artificiosa de dependientes sociales que por sed, hambre y necesidades básicas clamarán por más estado.

Introducir mediante el populismo y la demagogia en la mente de personas sin cultura ni educación ni poseedoras de una racionalidad mínima, la idea que el estado debe crecer y crecer y además solucionarles la vida, tal como lo vemos en algunos discursos, es asumir una apuesta arriesgada, por cuanto hay pérdida de libertad individual asociada al proceso, e implicaría asumir una montaña de facturas que deben cubrir devotos contribuyentes, es decir la misma vaca lechera que siempre debe dar más y más, pero reducida en espacio vital a una celda donde apenas se pueda mover.

Ajustar las tuercas para mantener el estado equilibrado, podría ser - más que una lucha por aumentar sus atribuciones y poder, o reducirlo y quizás desmantelarlo como ocurre con otros discursos trasnochados - , una filosofía social, un acuerdo amplio y compartido que permita el desarrollo individual y la realización de sueños de todos nosotros, es decir, la tarea es cuidar los equilibrios y con ello el control necesario y su regulaciones, pero también los espacios de libertad.

Finalmente, en mi juicio el estado es necesario y debe ser fuerte, pero se debe mantener bajo control su peso y atribuciones porque tiende a engordar y a convertirse en un mandón.

lunes, 12 de enero de 2015

Abuso social





Un hombre joven que inicialmente me trató de “casero”, me tapa de groseras palabras porque no le entregué unas monedas que para mi fatalidad no me quedaron después de pagar el parquímetro, el sujeto “cobraba“algo que nunca contraté, un supuesto cuidado de mi auto por unos 15 minutos en un lugar regulado con parquímetro en la ciudad, me muestra con gestos que su locura abusiva le da licencia para rayarme el auto.

Desde hace unos tres días en un local comercial en la planta baja del edificio en que tengo oficina, se realizan trabajos de cambio de pavimento, para colocar el nuevo pavimento se requiere retirar la baldosa antigua con un martillo neumático, el contratista, probablemente una empresa pequeña usa uno del tipo hobby, por lo tanto se siente que una pequeña máquina que rebota y rebota en el suelo, así, debemos soportar el ruido sordo e intenso durante todo el día laboral, he intentado reclamar, hacer algo, hablar con la empresa y nada ha resultado, como en muchos otros aspectos, mientras salto en mis sillón, me siento abusado.

Hace unos dos meses se me olvidó retirar mi auto de una calle donde lo dejé cerca de las 8 a.m. para llevarlo al estacionamiento que abre supuestamente a las 8.45, un supuesto utópico sólo para el contrato porque normalmente abre a la 9.10 a.m., el día me costó $11.300, claramente un abuso, una violenta muestra que un bien de uso público - probablemente pavimentado con mis propios impuestos - tiene dueño y lucra mucho más que un estacionamiento privado que cobra $ 5.000 el día.

Cada cierto tiempo compro pescado en un centro distribuidor gigante que se ubica en Concepción, miro, veo precios y compro, y no en pocas ocasiones he llegado con pescado podrido a mi casa, luego viene el dilema, sentarme a pensar si es conveniente botarlo o intentar volver al comercio en cuestión, es decir, gastar bencina e ir a encarar a un vendedor que ya demostró que no tiene ética y le importa un bledo mi salud y la de los otros compradores, el fiscalizar normalmente brilla por su ausencia, el abuso está servido con un concentrado olor a podrido.

Muchos hemos escuchado cada cierto tiempo que la clase política que nos dirige se aumenta el sueldo y/o gasta en excesos superfluos que son criticados en pasillos, entre dientes y uno que otro valiente que dice algo. Cada vez que esto ocurre, siento la sensación de abuso.

Tengo la sensación que estamos fomentando al interior de la sociedad una casta de abusadores, cada vez que alguien, un grupo, un colectivo, una empresa, etc, puede abusar de otros, lo hace, se siente en los programas de salud, se siente en el retail, se siente en la banca, y se siente desde del estado quien muchas veces es juez y parte de asuntos donde los individuos valen menos que una mosca, el caso de impuesto internos es paradigmático. El abuso se siente en todas partes y sistemáticamente nos va transformando o mutando en tres tipos de individuos, los que actúan como muñecos de goma que lo absorben todo, aceptan y pagan, los que no aceptan pero se comen la rabia y la llevan a sus núcleos familiares y allí explotan, y los que aparecemos alegando por todo.

El estado se da cuenta dentro de su somnolencia o condición de sopor permanente de lo intolerable de algunas situaciones, y luego de larguísimo debates, logra frenar un abuso por aquí y otro por allá mediante leyes y reglamentos, pero mientras eso ocurre, el conjunto de abusadores está buscando otros frente donde actuar, se trata de una lucha sin final, con un sólo ganador, el abusador.

Mucho se ha dicho sobre la materia, cada cierto tiempo, los canales de televisión se inventan programas para evidenciar lo crudo de la situación, para algunos desdichados ciudadanos es vivir una película de horror , y parece en esos momentos que todo el mundo condenara los hechos, pero nada cambia, si cierta cadena comercial se puede poner de acuerdo con otros para controlar los precios, lo hará, si cierto profesional, vital para ti, puede cobrarte más, lo hará, si cierta compañía con quien firmaste contrato esperanzado que te ayude en tu desgracia encuentra como no pagarte, lo hará.

¿Quien actúa correctamente en estos tiempos?, ¿quién cumple lo que ofrece?, ¿quién actúa honestamente para poner sus márgenes de utilidad? . Me parece que hace rato hemos perdido el norte de algunos temas éticos como sociedad, quizás falta más fiscalización, más denuncia y condena, y hasta una mayor claridad de deberes y derechos para nuestro rol de consumidores, pero eso no hará cambiar una cultura, la cultura del abuso está más o menos posicionada en segmentos amplios de la sociedad, junto a otras prácticas insanas como el amiguismo, la corrupción y el nepotismo estan frenando negativamente nuestro avance social, nuestras expectativas de un mañana mejor y nos esta enfermando.