viernes, 30 de enero de 2015

¿Más o menos estado?



“Toda persona le debe por entero su existencia al estado” decía Hegel en sus elucubraciones filosóficas, y para él, el estado óptimo era la monarquía constitucional prusiana, para el filósofo alemán el estado es el principio de orden de la vida civilizada, una vida productiva que se desarrolla en la protección que este entrega mediante el estado de derecho, un concepto del siglo XVIII y que señala que el marco de leyes, ordenanzas, estructuras y otros, posibilita el desarrollo de deberes y derechos de los ciudadanos.

Sin duda el estado debe tener un rol importante en nuestras vidas, un rol base o marco orientador en la construcción de cada proyecto de vida, en la construcción de sueños dirán algunos, entonces el estado, ese ente abstracto en democracia y compuesto por leyes, ordenanzas, normas y por miles de funcionarios registrados según su rango de poder, o porción de poder que tienen en sus manos respecto al hermano mayor - la cabeza del estado -, siempre se vinculará hasta con el más ermitaño de los habitantes. Sin ésa enorme estructura la aventura de la vida en sociedad de desvencija y puede durar muy poco en un terreno dominado por la brutalidad, una naturaleza llena de animales de presa y buitres.

Mirando reflexivamente la percepción que tienen nuestros compatriotas del estado, me parece que en su inmensa mayoría suscribe con todo fervor al pensamiento hegeliano, porque se mira al estado como un protector- benefactor a todo evento, y a veces contra toda lógica.

Sin duda el estado debe tener injerencia en nuestras vida, ¿pero qué pasa cuando el estado comienza a tomar cada espacio que hay para respirar, para moverse con cierta libertad y bloquea todas las perspectivas individuales, homogeneizando?, esta no en una pregunta hipotética, o un escenario que pensaríamos utópico, es una pregunta real que permite evaluar una ecuación inestable que debe ajustarse cada cierto tiempo, no hay una receta, si se pierden ciertos equilibrios entonces el estado se transforma en un estado dictador, una fuerza que bloquea todos los caminos y nos conduce obligados en una sola dirección, algo aterrador y ahogante, o por el contrario, nos metemos de lleno en la ley de la selva, en el mundo de los señores de la guerra.

Equilibrar el estado es una tarea compleja, se trata en síntesis de equilibrar el poder, y ese trabajo de activación y desactivación se desarrolla siempre en un terreno complicado, se puede suponer por la naturaleza humana que el poder siempre busca más poder, y ya lo decía Tácito “no hay que fiarse nunca de un poder excesivo”, pero parece que para algunos de mis compatriotas, esto no le preocupa.

En la contienda diaria en nuestro país se aprecian fuerzas contrarias, los unos, buscan más poder para el estado, alineando sus fuerzas de modo de ir incorporando más y más espacios, sociales, productivos, educativos, culturales para el manejo del estado, los otros, intentando hacerlo más pequeño, y en algunos casos de fuerzas extremas , intentando desmantelarlo.

Tengo la sensación que una súper- máquina que lo haga todo, desde entregar sustento para vivir a fabricar papel higiénico no es una opción buena, pero tampoco veo bueno que cada cual construya sus leyes y viva de acuerdo a sus propias convicciones pasando por sobre los otros. Si pensamos racionalmente, Hegel tenía razón, sin estado no somos más que un mosquito en la oreja del poderoso y nuestra sociedad sería un juego de luchas intestinas asesinas, pero se ve con preocupación la fabricación artificiosa de dependientes sociales que por sed, hambre y necesidades básicas clamarán por más estado.

Introducir mediante el populismo y la demagogia en la mente de personas sin cultura ni educación ni poseedoras de una racionalidad mínima, la idea que el estado debe crecer y crecer y además solucionarles la vida, tal como lo vemos en algunos discursos, es asumir una apuesta arriesgada, por cuanto hay pérdida de libertad individual asociada al proceso, e implicaría asumir una montaña de facturas que deben cubrir devotos contribuyentes, es decir la misma vaca lechera que siempre debe dar más y más, pero reducida en espacio vital a una celda donde apenas se pueda mover.

Ajustar las tuercas para mantener el estado equilibrado, podría ser - más que una lucha por aumentar sus atribuciones y poder, o reducirlo y quizás desmantelarlo como ocurre con otros discursos trasnochados - , una filosofía social, un acuerdo amplio y compartido que permita el desarrollo individual y la realización de sueños de todos nosotros, es decir, la tarea es cuidar los equilibrios y con ello el control necesario y su regulaciones, pero también los espacios de libertad.

Finalmente, en mi juicio el estado es necesario y debe ser fuerte, pero se debe mantener bajo control su peso y atribuciones porque tiende a engordar y a convertirse en un mandón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario