jueves, 23 de noviembre de 2017
Viajando en círculos….
Imagen desde :https://eosc4rd5153.files.wordpress.com
Al ser uno más de los chilenos que por estos días esperamos la segunda vuelta electoral, no dejo de pensar que esto me parece un "Deja Vu", lo he vivido antes y hasta podría relatar las historias asociadas, las consignas, escucho a mi alrededor que si sale fulanito el mundo se acaba, esta vez sí, el mundo se acaba.
Tengo la sensación que este panorama de confrontación entre dos posturas distintas, dos muy comprimidas casi sofocándose en su interior es más común de lo que pensamos, no debe ser sólo aquí en nuestro país, este debe ser una situación generalizada, excepto donde los candidatos sacan un 90 o 100 % de los votos, es decir donde hay totalitarismo, donde no hay libertades porque se vota con un fusil sobre la cabeza. En el caso nuestro lo que me deja en “stand by”, y no sé si es bueno o malo, es el hecho de que cada parte en oposición se acerque al 50 % en forma casi matemática.
El hecho es que no sólo esa situación me deja en un Deja Vu, los discursos también me llevan de vuelta al pasado, algunos argumentos son similares a los usados durante la guerra fría pero hoy suenan como mantras religiosos, es decir con un poco de frescura mental es posible comprender que la situación en que nos encontramos hoy ya la vivimos, ya pasamos por ese ambiente.
Es muy probable que muchas personas argumenten que los problemas siempre son los mismos y que se plantean nuevas estrategias para abordarlos, o al menos nuevos enfoques para entenderlos, pero mirando la historia no me cabe la menor duda que lo mismos argumentos se van a volver a levantar en algunos años más, es decir esas explicaciones forman parte del mismo pastel.
Es curioso también lo que pasa con las expresiones de demonización del otro, se reviven viejos fantasmas de la humanidad, llegan en procesión y en forma de caricaturas figuras tanto históricas como contemporánea de lo que consideramos malo, cruel, bizarro, “axis of evil” dirán algunos, son bombas de fragmentación que se dejan caer sobre el otro esperando hacerle daño, al menos a su imagen, me recuerda las antiguas guerras en África, antes de Shaka Zulu, (https://es.wikipedia.org/wiki/Shaka) en esos tiempos los ejércitos se enfrentaban unos a otros insultándose, después de los cambios militares que hizo el rey de los Zulúes esa costumbre se perdió y la muerte llego como visitante a los conflictos, pensando sobre eso, quizás sea mejor seguir con los insultos.
No sé en realidad si la persona que salga elegida y que nos gobernará los próximos años sea en realidad una persona equilibrada, pero quiero creerlo, si así fuera no deberíamos tener tanto nerviosismo, deberíamos estar tranquilo-nerviosos , o en un estado de alerta pero no para esperar el fin del mundo, pero atendiendo a los tambores y los gritos de guerra es como si nuestro inconsciente no quiere asumir que existen personas con equilibrio mental entre aquellos que no piensan como nosotros.
Al final del día lo que vemos es que nos desplazamos en círculo, después de marchar con bastante rudeza y de no llegar a ninguna parte, cambiamos de dirección y con gran esfuerzo gastamos las últimas energías para llegar al mismo lugar desde donde iniciamos la marcha, volvemos a comenzar, muchas veces improvisando con “ideas brillantes”.
Si llevamos esto a una fábula pienso que las expectativas de muchos son algo así como aquel cochero del carruaje que nos lleva por muchos caminos para luego informarnos que se perdió, o que condujo hasta un pantano donde nos costará mucho salir, otros pensarán que nos llevará por caminos tan malos y remotos que nuestros cuerpos y equipajes se dislocarán con el viaje. Sin embargo pienso que lo que ocurre en realidad es que el cochero nos lleva por caminos fantasmas, no entretiene con globitos y serpentinas y luego en el final del viaje nos deja en el mismo lugar donde nos subimos, hemos gastado el tiempo y no hemos avanzado nada, los problemas son los mismos, los actores son los mismos y las soluciones que se ofrecen son las mismas.
Como sociedad chilena avanzamos, negarlo es una idiotez, pero lo hacemos a paso de tortuga, quizás necesitamos que el cochero que nos llevará unos cuatro años hacia adelante tenga un buen plano de ruta, y no solo para ese cochero, también para los muchos que vendrán a reemplazarlo, es decir una hoja de ruta clara y consensuada por todos, una suerte de pacto social sobre muchos tópicos importantes y que defina rumbos de una vez por todas, no puede ser que estemos cada cuatro años pensando que retrocedemos o nos refundamos.
Lo que podría resultar de plantear claridad en la ruta es que en síntesis estaríamos escogiendo el mejor cochero que nos plantee ideas coherentes, realistas y seguras para llegar a aquel destino que trazamos entre todos, quizás así liquidemos las consignas, los jingles y hasta las falsas sonrisas de los postulantes.
lunes, 13 de noviembre de 2017
Legiones de vendedores de pomada
https://pixabay.com
He leído a algunas gentes, menos de las que quisiera, personas que han dejado algunas ideas refrescantes con el ánimo de ayudar a otros en sus vidas, una de las citas que considero brillante es la del filósofo británico Bertrand Russell al decir : “ El problema con el mundo es que los estúpidos están seguros de todo, pero los inteligentes están llenos de dudas”, este enfoque me ha hecho re-pensar y re-pensar muchas veces y me ha servido para volver sobre mis pasos otras tantas, y de paso darme cuenta de que la tontería está más cerca de lo que creo, anidando en mi propio cerebro.
Por otra parte, se dice que Albert Einstein dijo alguna vez “ Si tu intención es describir la verdad, hazlo con sencillez y la elegancia déjasela al sastre “, es decir, la exposición de alguna pequeñísima porción de verdad debe ser al menos fácil de entender, y aunque tosca, no debería dejar de ser parte de la verdad, eso que parece un ataque directo a nuestro sentido estético, es en cierto modo una luz roja para el cerebro que tiende a lo barroco, al adorno superfluo, a llenarlo todo de manteca.
Escuchaba hace algunos días una entrevista a una conocida Gurú que tiene sus cuarteles generales en Uruguay, y que hablaba en un canal de televisión sobre su método para alcanzar la iluminación, la paz interna, la esquiva felicidad, después de escuchar un rato me di cuenta que no creí nada de lo que se dijo, fui un escéptico completo, y además me cuestioné ¿cómo? alguien puede caer en algo tan evidentemente maquillado, solapado y con tanto recoveco.
Al dar una vuelta nuevamente al producto, o sistema en cuestión, me pareció tan jabonoso, tan decorado y falto de sustento que me hizo dudar de mi propio juicio, juicio que a veces también pierdo, caigo embobado al escuchar atentamente alguna teoría de la conspiración hábilmente presentada en algún canal YOUTUBE, claro, con la salvedad que eso lo veo como literatura, como deporte. El responsable es probablemente el pensamiento crítico, cuando se coloca esa barrera a la realidad las dudas atacan a mansalva, llegan a ser unas musas malévolas que se encargan de destruir cada intento de levantar un pontificado propio, de acercarse a algún pontífice de moda, de comprarse unas verdades en el supermercado de las autoayudas o los discurso políticos, no tienen piedad con nadie, a su vez atacan al mismísimo Bertrand Russell al dudar sobre su juicio sobre el mundo y los estúpidos, como consecuencia se cae sin quererlo en el relativismo y en una suerte de blindaje extremo en el cual no entran balas, pero al mismo tiempo en el refugio se mantiene uno apenas a flote en un mar de dudas.
Sobre este asunto, recordé un dialogo que leí en “La vida eterna”, un texto muy entretenido de uno de mis autores favoritos, Fernando Savater, cuenta el filósofo tomando una anécdota de “La biblia en España” , que el evangelista inglés George Borrow viajó en el siglo XIX a España a distribuir biblias protestantes, en cierta ocasión trató con un campesino andaluz, que al saber a qué iglesia pertenecía su interlocutor, se negó a seguir escuchándole con el siguiente argumento: “ Mire, yo no creo en la religión Católica, que es la verdadera, cuanto menos voy a creer en la suya, que es falsa….”.
Volviendo a la vida actual, pienso que esta exige como al armadillo abrir la carcasa de vez en cuando, levantar las protecciones, y confiar en los débiles andamiajes de verdades que aceptamos para poder caminar y sostenernos en este mundo de luces y sombras, mundo en el cual encontramos junto a la inocencia, al que es derecho y al traidor, a la biblia junto al calefón como dice el tango “cambalache”, así, junto a artefactos y situaciones inconexas también encontramos unos individuos especiales que chocan frontalmente con nuestro pensamiento crítico, a veces son colectivos, gremios completos, quizás legiones , son todos vendedores, no cualquiera, son vendedores de pomada.
La venta de pomada se entiende en Chile como aquella intención de vendernos un producto que no tiene ningún efecto real, una suerte de suero placebo, pero que es publicitado con efectos grandiosos y al cual accedimos porque compramos el discurso, entonces cuando poseemos la pomada, últimamente encendidos y “buenistas” discursos políticos, debemos necesariamente controlar y atar nuestro pensamiento crítico, lo metemos en un cajón y cerramos con llave.
La lucha interna de mantener el pensamiento crítico en “on”, activo, siempre ha sido dura, no resulta fácil mantenerse lúcido cuando hay tanto canto de sirena alrededor y no tenemos un mástil donde amarrarnos como lo hizo Ulises, a veces los cantos son fantásticos y generan todo tipo de angustias por soltarse, por desamarrarse desde donde hemos logrado hacerlo, e ir en pos de la música, sobre todo cuando se ve a cientos que alegremente y muy decorados van detrás del encantamiento.
La señora que es una Gurú para muchos, no me venderá su pomada, pero no tengo conciencia cuánto ya he comprado, es decir no sé cuanta pomada tengo en mis bodegas mentales, y así será siempre, y también lo será mi intento de mantener mi espíritu crítico libre, rondando por ahí, como una fiera mascota que muestra sus afilados dientes, la que espero me entienda cuando tengo que colocarle su bozal y encerrarla, porque al fin de cuenta soy humano, me equivoco, “Alguien” me dio licencia para hacerlo..
sábado, 11 de noviembre de 2017
¿Blanco, negro o turbio?, quizás ninguna de las anteriores.
Imagen de https://pixabay.com
A veces, cuando se mira hacia atrás, inevitablemente se levanta un juicio sobre algunas acciones, posturas o decisiones que se tomaron en su momento y que en la distancia que ofrece el tiempo, parecen algo torpes, fuera de tiesto, una suma de tonteras que no volveríamos a hacer, quizás no es un axioma, pero hay evidencia que el paso de los años no hace más reflexivos, más lento para juzgar y también algo más sabios.
Pero otra cosa es estar dentro de la cancha, cuando somos jugadores activos y empoderados y vemos que no tenemos capacidad para vencer al cuadro contrario, porque simplemente es más rápido, tiene mejor delantera y nos mete goles, entonces se levanta el juicio simplista, carente de perspectiva, grosero y acabronado porque nace al interior de una cabeza que alcanza temperaturas peligrosas, resulta muy evidente que cargamos el juicio de lo que vemos y sufrimos con toda la enjundia extremista que nos hemos fabricado, y que transportamos a todos los partidos en que participamos.
Así las cosas, cuando se pone el foco en algunas situaciones cotidianas ocurridas en el entorno, en la ciudad o el país, parece a nuestro juicio temporal que no hay nada bueno, que lo que se está haciendo es evidentemente una sumatoria de errores, que cada acción, ya sea política, económica, social o ambiental capturada con nuestras capacidades , va en la dirección equivocada, o que en ese escenario que se visualiza todo se cae a pedazos, muchos aplauden de pie cuando fulano o fulanita se derrumba en las encuestas. Probablemente ello tenga algún asidero en la realidad, pero hay que tener presente al menos, que el foco de visión que somos capaces de aplicar es sólo sobre un pequeño campo de visión y el resto del contexto es oscuridad total.
Por el contrario, si un golpe de suerte nos llega, si por alguna razón abierta, oculta o decididamente manipulada somos beneficiarios de acciones políticas, económicas o sociales, o quizás la suma de algunas de ellas, el espíritu se levanta, amanece para nosotros, estima nuestro ser que hay buenas vibras allá afuera y quien posibilitó ese rayo de luz en nuestras vidas es parte de nuestras oraciones. No son pocos los que se sienten beneficiarios de un grupo, una comunidad o el país en su conjunto, y entonces ven en su aporreada vida diaria que por alguna razón la llegada de fin de mes de hace más feliz, los pajaritos cantan, y los esfuerzo se tienden a concentrar para que las cosas puedan continuar, mejorar pero con los mismos que nos benefician, seguir en la misma dirección, la dirección correcta.
Tampoco hay que ser ilusos, las visiones en blanco y negro que somos capaces de generar al interior de nuestra compleja masa cerebral también está influida por las ideologías, en mucho nos induce ese ambiente de ideas preconcebidas que nos mantiene cautivos hasta que nuestros seres queridos nos despiden en el cementerio, a no ser que podamos saltar vallas intelectuales y emocionales formidables. En ese juego lo blanco y negro es pan de cada día, desde un rincón se tiende a juzgar en forma severa aquellas acciones de los grupos contrarios, se tiende a ver escenarios corruptos, abusos y un cuánto hay de efectos negativos cuando la otra parte maneja los asuntos, por el contrario, desde nuestro rincón iluminado, se ve como somos buenos y nuestras acciones llegan justo donde se requieren, justo allí donde se nos clama, que bueno que somos.
Sin embargo, lo que preocupa de todo esto, es que si intentamos salir de esa dicotomía de visión, de los rediles del blanco o del negro, o desde el estado de ánimo bajo o alto, o quizás, y con cierta sabiduría del “tonto de capirote” que decía Neruda, desde una visión derrotista a una visión optimista, ambas en exceso, nos trasplantamos a un mundo en que las dos visiones ocurren al mismo tiempo, un mundo turbio, lleno de contradicciones y hasta en cierta medida incomprensible, en la que nubarrones y claridades se suceden en un orden que nuestro recalentados cerebros son incapaces de decodificar, es un hecho que estamos al interior de una olla de cazuela caliente donde nosotros mismos nos hemos introducido.
Siendo algo autista respecto a influencias extrañas, y en posición loto de meditabundo estado alfa, pienso que nuestro país puede leerse siempre desde una dimensión isleña, una característica que nos define como mirándonos el ombligo en forma recurrente, esotérica y generalizada, todo ello para juzgar y juzgar, porque en realidad este frio rincón del mundo es un buen lugar para vivir, un territorio con muchas posibilidades, con unas urbes aún acogedoras para gastarse la vida en el día a día, con ambientes aún de pureza y con mucha gente de buena tela, es por eso que quizás todo lo bueno y malo que vemos, no son más que producto de los lentes que nos ponemos, y de la sincronía con visiones y corrientes interesadas.
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