jueves, 15 de febrero de 2018
…¡Sólo queremos justicia…!
https://prensa.resumen.cl
¡Cuántas veces he escuchado estas palabras en los últimos años!, en algunos casos por padres deshechos por el dolor , o de familiares, amigos o simplemente conocidos que piden con las manos apretadas y nudo en la garganta: justicia, justicia, todos queremos justicia ,pero ¿qué es eso?.
Isidora González, una joven mujer punk natural de Concepción fue asesinada y posteriormente descuartizada, su cuerpo apareció por partes y durante un tiempo fue un puzzle, gracias a que tenía un tatuaje fue identificada en un plazo razonable de tiempo, mientras se buscaba al asesino sus amigos hicieron algunas marchas exigiendo “justicia” para “La Dorito” como le llamaban, un buen día la policía dio con el supuesto asesino, su última pareja, Guillermo Atenas, sin embargo muchos quedamos ¡plop! cuando su abogado defensor , un profesional pagado por todos nosotros sacó un “as” bajo la manga, el asesino no podía ser juzgado por estar enfermo, con ello tenía licencia para matar… http://www.eldesconcierto.cl/2017/09/13/defensa-de-imputado-por-femicidio-de-isidora-gonzalez-no-esta-en-condiciones-de-ser-juzgado/.
Como este caso, han pasado muchos en estos últimos años, cuando se conocen a los presuntos criminales y la forma en que se han ejecutados los hechos, normalmente surge una defensa inteligente que derriba pruebas, descarta evidencias y logra desbaratar las acusaciones, entonces todo se entrampa, entramos a un estado en que no sabemos nada, el hilo se pierde, el caso se olvida y finalmente queda esa sensación que aquí no ha pasado nada.
En culturas antiguas el tema de aplicar justicia, sobre todo en casos criminales siempre fue una preocupación, conocemos las sentencias que exhibe el código de Hammurabi, también la exclamación fundamental de ¡justicia, justicia perseguirás! del mandamiento judío y el desarrollo de los romanos de su código penal, incluido en el derecho romano, “la justicia es la constante y perpetua voluntad de conceder a cada uno su derecho”, ello promovía el vivir en forma honesta y no hacer daños a otros. Siempre este tema ha sido una preocupación de los pueblos y las civilizaciones que nos han dominado, siempre se ha intentado buscar la mejor forma de aplicar justicia, de calmar, de debilitar esa sed de venganza natural que se genera cuando alguien hace daño, cuando comete un delito, cuando se aleja de la convivencia pacífica, cuando se actúa con engaño, con violencia, pero sobre todo cuando hay delito de sangre.
En el caso de los crímenes, el caso más extremo de causar daño a alguien porque independiente de lo que creamos o no, se aniquila la vida y su continuidad, quizás no haya algo más desalentador y que nos llena de impotencia que constatar la falta de justicia, y en nuestro país esa sensación viene “in crescendo”, incrementándose, y puede evidenciarse que es una certeza que aflora cuando se entrevista a las víctimas, deudos o afectado porque se señala, no con poca rabia interna –en este país no hay justicia-.
Hacerse cargo del problema es un tema espinoso, siempre hay temor de pecar de injusto, de ser cruel, y hasta de atacar frontalmente los “derechos humanos” de los presuntos culpables o “imputados”, y por lo tanto el tema se maneja generando humo, mucho humo para poder operar y hacer algunas mejoras por aquí, algunos arreglos por allá, e intentar calmar el clamor popular al develar una que otra “reforma”.
Siento que a nivel global hemos llegado a un punto que hemos perdido la capacidad para entender y también para aplicar lo que se ha llamado justicia, me es muy claro con el caso de las decenas de jóvenes asesinados en Noruega por Anders Behring Breivik , un neo- nazi que con sus hechos puso de cabeza al sistema noruego - muy pacifista y lleno de derechos- para buscar una forma de castigar a esa bestia humana, no sin antes concederle una demanda contra el estado noruego por no tratarlo bien.
La pregunta queda en el aire, ¿qué es justicia, qué es eso?, muchos dicen que no es venganza y estoy de acuerdo, otros dicen que no es lo que nuestras convicciones ( en caliente) quieren en determinado caso y estoy de acuerdo, otros señalan que no necesariamente implica una paridad con el daño causado y estoy de acuerdo, y hasta encontramos a algunos más filósofos que sostienen que no hay posibilidad de hacer justicia porque nunca estaremos seguros como ocurrieron los hechos, o aún más, y casi bizarro, hay determinadas circunstancias en que no hay delito, sólo víctimas a pesar de las evidencias en contra.
Para la otra parte de la icónica balanza que sostiene la mujer con los ojos vendados, el culpable de un crimen, muchos señalan que un condenado debe tener todos los derechos que goza un ciudadano normalito, excepto la libertad de movimiento, es allí donde me complico. ¿es entonces la justicia un cálculo de pérdida de libertad?, tanto matasteis, tantos años de pérdida de libertad, ¿nos compensamos con tiempos?, ¿eso somos en última instancia?, ¿y la trascendencia, el sentido de lo humano?, ¿no éramos algo más que cosas?, ¿ no debería haber también un recomponerse y recomponer?.
Me parece que escasean los debates reales, y por cierto, faltan aportes intelectuales lúcidos y provocadores más allá de los que nosotros como humildes hijos de vecino podemos hacer, pienso que falta escuchar a aquellos que han sufrido las pérdidas, también a las personas humildes y sabias, y ¿porque no?, a los mismos asesinos, sólo estamos escuchando a aquellas voces “especializadas” y a otros demagogos que parecen olvidarse del daño, del triste destino de las víctimas, de esos seres que vivían y sentían como nosotros y que quedan como residuos del vivir en sociedad, de “algo no funcional” que se deja atrás y se funde en el magma del pasado sin formas ni sentido.
En esta reflexión dispersa tiendo a pensar que hemos equivocado el camino, la justicia en los casos criminales me parece que debería ser un recomponer equilibrios que se han quebrado, y ello supone ver varias variables a nivelar, y que si no lo hacemos, corremos el riesgo de desatar la bestia que todos nosotros llevamos dentro, la maldad es parte de la construcción del humano y la venganza por la venganza es un manjar de los dioses, los narcotraficantes de otras latitudes lo saben, una vez que la bestia se suelta no hay forma de parar, bajo ese enfoque es bueno preocuparse de manera seria e intentar convocar al cuerpo social en torno al tema, estamos a tiempo, pero se trata de no manejarlo, de no imponer pensamientos envasados que han desarrollados intelectuales leyendo “Le Monde” y tomando café.
Finalmente, y a modo de epilogo, me quedan pendientes tres aspectos que han surgido en las redes sociales últimamente, y que me parece debería al menos provocar una inquietud, un darle vueltas al asunto, ¿no se resarce nunca el daño o por lo menos no se mitiga por parte del estado?, ¿cuánto daño debe hacer un individuo a otros para pensar en penas más allá de su moneda de cambio, su libertad?, y ¿deben los culpables trabajar y colaborar a sostener el sistema que los confina, o eso es sólo materia de los agobiados ciudadanos libres?.
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