Acabo de perder otra propuesta pública, estoy masticando aún la pérdida, no la pérdida de la propuesta en sí, sino que la pérdida de confianza en el sistema de propuestas públicas. Preparar una propuesta pública en muchos casos, es intentar entender jeroglíficos sin tener la piedra Rosetta, es meterse en una oscura red de laberintos donde el lenguaje parece ser reinventado, y los conceptos que todos compartimos trastocados.
En general cada institución u organismo público elabora los marcos regulatorios por las cuales se llama una propuesta pública, así, cada oferente como es mi caso, debe iniciar una y otra vez un proceso de traducción de los documentos para armar las preguntas que permitan tener alguna claridad sobre lo que se pide, este es un primer paso obligado y largo que consiste en leer y releer y hacer preguntar a varios integrantes del equipo : ¿ que entendistes tú?, para luego formular las preguntas que se envían a la institución en cuestión.
Lo más desagradable de todo son las respuestas tales como: “aténgase a lo indicado en las bases...”, un comodín que es usado hasta la saciedad, es decir , se está diciendo a quien pregunta : Ud. no entiende lo que pedimos, claro, como no lo entiendo es que pido que me lo aclaren.
Otra práctica que resulta desesperante es el “copy and paste” , trozos de textos de propuestas anteriores cuyo ámbito o finalidad no importan , que sin más análisis se engarzan con la nueva propuesta, así aparecen todo tipo de escenarios posibles de interpretar y que pueden llevar a una persona cuerda a una cita con el psiquiatra. Despejar esto y saber qué es lo real y por lo tanto motivo de evaluación de la propuesta , y que es espuma, tiene un costo en tiempo precioso, pero el cuento no termina allí, si logramos adjudicar la propuesta y no se preguntó con anterioridad las frases en cuestión, aquellas ideas ilógicas contenidas en los documentos , los copy and paste son exigibles para todo efecto ¿?.
La rigidez que el aparato del Estado, y que a estas alturas resulta en un monstruo de mil cabezas, todas diferentes, es tan absurda que podríamos hacer una comedia de lo absurdo al mejor estilo de Ionesco , recuerdo una propuesta donde quedé fuera de bases por no haber incorporado los formularios vacios, además de los llenos porque esto eran parte de las “aclaraciones”, como mi intelecto me dice que si los entregan vacios, hay que llenarlos, y entonces qué sentido tiene además devolver otros set vacio ¿?.
En otra oportunidad quede fuera de bases porque no firmé todas las hojas , una por una de un extenso documento, en que las aclaraciones eran mucho más extensa que las bases mismas, sólo firmé la primera, en mi ignorancia, pensé que ese “todo” constituía un sólo documento, el argumento fue : “ el consultor no leyó todas las hojas”.
Por todo este desaguisado, muchas veces el Estado compra servicios casi al doble de lo que costaría adjudicar al primer proponente, por el sólo hecho que existe un terrible “error”, ... “ tan sólo si hubiera firmado una hoja que olvidó firmar”.. , ¡Que lamentable es su caso! escuché alguna vez.
Portal Mercado Público, ex Chile Compras, publicita las propuestas del Estado
Pienso que esto debe cambiar, no entiendo porqué no existe un sólo registro con sus categorías y la certificación de la experiencia a nivel nacional, y quien esté inscrito allí no debe certificar nada más que pertenecer a ese registro para una propuesta del Estado no importa qué organismo sea que la llame, o mejor aún, hacerlo regional en la línea de la descentralización y para favorecer a los sufridos consultores de provincia. Resulta que cada vez hay que realizar gestiones de urgencia no siempre con buenos resultados para lograr certificados a la “medida” de quien lo pide, por otra parte, sería bueno realizar una suerte de documentación tipo, un formulario típico y listo, no más papeles y papeles, a veces el papeleo es tan extenso que en mi oficina no agotamos de sacar fotocopias y pagarle a los notarios.
Me parece que todos los organismos del Estado pueden contribuir a estandarizar un proceso de licitación pública, regular los ámbitos y nivelar las exigencias, eliminando todo tipo de antecedentes inútiles, algunos productos de los deseos más exóticos, también se puede avanzar en aclarar no sólo los términos contractuales, sino que definir también unas pautas guías para diseñar las exigencias y las evaluaciones o puntajes de de las propuestas técnicas, y sobre todo los alcances que estas podrían tener en caso de diferencias de interpretación.
No deseo en este articulo entrar en el tema de la corrupción, y quiero pensar que lo que ocurre no es más que una descoordinación y falta de tiempo para preparar antecedentes para llamar a una propuesta pública, pero ello implica cierto nivel de profesionalismo que no encuentro hoy, pienso que mejorar en este aspecto requiere ideas fuerzas, políticas y capacitación, en retribución podría ser que el Estado tenga un ahorro considerable de recursos y que los consultores no pierdan la confianza en el sistema, lográndose por este hecho un mayor número de ofertas, de lo contrario, caerá siempre en las ofertas de los mismos, los que tienen el cuero duro o aquellos que pueden leer jeroglíficos sin la piedra Rosetta.
Finalmente, pienso que en el caso de propuestas que requieren anteproyectos, como es el caso de mi rubro, se debería considerar devolver alguna parte de los gastos. Al menos para los tres primeros lugares, algo me dice a propósito del lucro, que el Estado esta lucrando con el esfuerzo ajeno.
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