lunes, 26 de marzo de 2012

DESTAPANDO OLLAS

Hace unos días salió un reportaje en un canal de televisión sobre la industria del pan, específicamente se mostró la producción de materias primas en una industria capitalina. El reportaje tenía ese característico tono amarillista de la televisión, algo parecido a los programas de Don Francisco, en que una situación “freak” es mostrada una y mil veces buscando el impacto emocional del que mira, y claro, lo consigue.

Una “industria “panificadora y productora de grasas y mantecas mostraba sin querer a las cámaras ocultas toda sus miserias, todas sus cochinadas en un medioambiente podrido, lleno de gusanos y olores nauseabundos donde a ratos pareciera que nos encontramos en el mundo medieval, es decir a casi 700 años de distancia en el pasado.

Me parece muy bien que cada cierto tiempo los canales de televisión dejen un poco de espacio entre los realities y la farándula para mostrar algo de este Chile nuestro en toda su dimensión “intestina”, esta actitud nos permiten mirar un collage de situaciones que no vemos desde la calle aunque intuimos que así son, y que retratan una sociedad bastante enferma.

Destapar ollas por medio de reportajes podría ser una secuencia que durara años, todos los días se podrían destapar ollas, algunas tan groseras y delictuales como la Polar, o discriminadoras como las tasas de los bancos, o tan encubiertas como el caso de las licencias médicas, solo basta que el director de noticias del canal enfoque el objetivo y ya está.

No solo los canales de televisión han dejado al descubierto la podredumbre que yace en los intestinos de nuestra sociedad, también lo han hecho algunos escritores valientes que se atreven a mostrar la corruptela, el nepotismo, el tráfico de influencia y tantas otras prácticas ocultas pero que dan dividendos a grupos de individuos en perjuicio de las mayorías.

Los bancos, las Isapres, Dicom, las clínicas, el retail , los supermercados y tantos otros sectores nunca han estado del lado de pobre Juan Verdejo, aquel mítico personaje que nos representa a todos, el chileno “chileno”, el que no tiene santos en la corte, el que sufre en carne propia los abusos que se cometen día a día por tanto personaje siniestro. El que alguien haya decido destapar una olla de la industria panadera deja en evidencia que además de padecer los rigores de las injusticias y los abusos, también se le ataca a los chilenos por la guatita.




La cuestión alimenticia es compleja y ciertamente hay una cantidad de productos infectos que no deberían estar en las consolas de los supermercados ni en los negocios de barrios, recuerdo hace ya unos años un seminario donde se denunciaba el aceite con acido erucico, los pollos con hormonas, los jugos con venenos,... y tantos otros “productos industrializados”, pediría que al menos expulsemos del país al “amarillo crepúsculo” . Pero esa es una parte del problema, la otra es que se requiere una buena dotación de fiscalizadores, la televisión mostró con lujos de detalles que no nos podemos confiar ni del panadero, qué decir del que nos vende el pescado.

Parece que hay poco interés en los organismos del Estado por el tema alimenticio, o tal pensamos que estamos vacunados contra la inmundicia. La reacción por desmontar la sucia práctica en la fabricación de panes y mantecas - considerando que hablamos de un producto de de primerísima necesidad – fue bastante tibia, la única reacción de la autoridad fue el cierre temporal de la fábrica, (que al otro día estaba trabajando) hasta que esta esté “limpia”. En otro lugar algo más preocupados por sus ciudadanos la cerrarían para siempre y al cochino lo meterían preso, ciertamente no hay preocupación por la salud del “ordinary people" , o sea Ud. y yo.

Metiendo los terremotos y tsunamis en este mismo saco, a veces no me explico cómo sobrevivimos en este medioambiente, parece ser que "alguien" nos tiene compasión y nos regala una cuota extra de resistencia.