lunes, 28 de octubre de 2019

Conflictos




Por estos días hay un ambiente de tensión en la sociedad chilena, vemos marchas masivas por aquí, por allá, en todos lados, la gente está contra los sistemas, las actitudes del gobierno y contra los abusos de todo tipo, quieren cambios, queremos cambios.

Pero no sólo vemos en Chile el fenómeno, la situación de conflicto envuelve al mundo, vemos algo más nítida la situación en Latinoamérica porque estamos aquí, pero hay conflictos en Norteamérica, en ciudades europeas como Paris y Barcelona, en ciudades asiáticas y algo más lejos, divisamos los interminables conflictos en el medio oriente, es decir, el mundo está convulsionado.

Muchos dicen tener la solución a las múltiples problemáticas sociales, a los abusos, carencias y sufrimientos, así, las sociedades se bambolean entre unos sistemas y otros, pasan por los que ofrecen más estado, a otros que ofrecen más libertades, a otros que ni siquiera saben lo que ofrecen, pero ofrecen cambio. Es decir, estamos a la deriva, en una condición de náufragos, haciendo eco de lo que somos, una especie de huérfanos cósmicos.

Pienso que no hay solución, y aunque suene nihilista, pienso que no la hay, eso no significa que me estoy haciendo un fan de Nietzsche o que traigo recetas de Camus, lo que puede haber es cambio. Si tenemos un poco de tiempo y revisamos la historia, el conflicto en las sociedades, aquel conflicto que hoy sentimos con más intensidad, ha estado en la sociedad humana desde sus inicios, desde la noche de los tiempos, y ha traído ganancias y también pérdidas de todo tipo, es decir, avances y retrocesos brutales.

Alguien dijo que somos seres multidimensionales, tenemos en una misma realidad conviviendo muchos tipos de individuos (in myself), al menos somos unas siete dimensiones, cada una con sus intereses en particular, y aunque la racionalidad controle algunas, o simplemente se apaguen algunos switch como lo hacen algunos místicos, las otras dimensiones que cargamos a cuestas siguen pidiendo atención, tiempo y desarrollo, es decir, somos el conflicto.

Por otra parte está el EGO, el ego debe ser el más tirano de los tiranos, muchos intelectuales han vertido ríos de tintas para intentar explicar esta auto-identidad que empuja las acciones, comportamientos, pensamientos y construye las ideas y los sentimientos. Un gurú que yo seguía hasta hace algunos años, decía con toda razón que el EGO es un usurpador, al no poder controlarlo nosotros, nos reemplaza, así las cosas, en el juego real, no en el virtual, corre nuestro ego junto a otros disparando a los elefantes, luego nos sacamos fotos frente a la bestia muerta.

Aunque estimo que no hay solución, pienso que hay ratos de calma, de entendimientos, una suerte de “veranito de San Juan” al cual podemos aspirar, aun sabiendo que puede arribar no como lo esperamos, porque puede venir con lluvias y relámpagos, pero se puede tener la esperanza que llegará, no para quedarse, para volverse a ir.

La manera prosaica de alargar esas calmas, esos espacios de aparente tranquilidad es revisar de tiempo en tiempo que tan caliente esta el caldero social, a veces puede estar allí, siempre intranquilo, en ebullición siempre tempestuosa, pero otras se descubre que está a punto de estallar, y cuando va a estallar, ni aunque se le tiren toneladas de paños fríos podrá evitarse la situación, estallará.

En el proceso que sigue a continuación, en mi percepción, se pierde y también se gana, en caso contrario mucho de nosotros no estaríamos aquí, somos producto del cambio, algo de libertad y derechos hemos logrado, también hay que reconocer que habrán algunos que por sus afanes personales cambien de estatus, porque sabemos que: “a rio revuelto….”. Pero como tantas veces ha ocurrido, los que aparentemente ganan en la vuelta, serán los futuros perdedores, y en la esquina de los perdedores, encontraremos algunas víctimas con pérdidas que poco después les costará la vida por las depresiones siguientes, y otros que tendrán que arrastrar de por vida secuelas de la situación.

Lo que queda por lo tanto es reflexionar, entrar en esa especie de “box secreto” en que podemos refugiarnos los humanos ( y que es un regalo que venía en el mismo envase), para darle vueltas al asunto e intentar resolver , ¿qué podemos arreglar?, ¿qué podemos modificar?, ¿qué nuevas estructuras y sistemas podemos proponer?, eso en el buen sentido, en la buena leche, porque sabemos que hay otros muchos que están demasiado afanados recogiendo pedazos del tinglado que les puedan servir para sus proyectos personales.

Al final, es la vida, y al volver la vista atrás y mirar nuevamente la historia, se puede concluir que la historia no se repite realmente, no es que esos acontecimientos vengan de nuevo, lo que la historia nos enseña es que somos nosotros los que cargamos el conflicto a través de las edades, y con ello, tenemos ticket para entrar en el próximo, por eso, creo que contribuiré a hacer los esfuerzos para que llegue alguna calma, sabiendo de antemano, que ese espacio de resguardo que muchos ayudarán a construir con su esfuerzo desinteresado, pasará, como pasamos nosotros, como pasa todo.