sábado, 26 de noviembre de 2011

PARA LA GALERÍA

En estos días se han sucedido una gran cantidad de acusaciones y reacciones acusatorias entorno al problema de la delincuencia en Chile, parece que a la elite del país no le están gustando las cifras de criminalización porque estas aumentan a pesar de todos los esfuerzos. Como buenos latinoamericanos una opción funcional es manejar las cifras y hacer algunos lobbies entre algunos personeros y estamos listos, otro recurso bastante usado es echarse la culpa mutuamente en la idea que discutiendo sobre el problema este tenderá a desaparecer como cuando chocan dos olas de agua, esa parece ser hoy la idea.

No tengo como norte hablar sobre el tema político en este blog y trato de no caer en ver las cosas desde una determinada trinchera porque no creo en la verdad absoluta, y por lo tanto cualquiera puede tener la razón en determinado lapso de tiempo para perderla en el minuto siguiente, pero me parece que en el fondo del asunto, no hay interés de resolver el problema, o al menos es lo que se aprecia.

Mi hijo fue asaltado recién, fue a carabineros con un testigo que decía conocer al delincuente e intentó estampar una denuncia, pero la modorra del carabinero de turno, el cual intentaba escribir en el computador pero no encontraba las letras, una explicación peregrina sobre los límites de los cuadrantes, además de la obligatoriedad de asistencia a corroborar la denuncia en un día posterior, lo hicieron desistir.

Recuerdo los “slogan” de campañas presidenciales anteriores tales como “Delincuentes no voten por mi”, o “pondremos a los delincuentes donde deben estar...”, o “adiós a la puerta giratoria”, me suenan como típicos discursos para la galería, una galería donde nos sentamos todos, porque al fin y al cabo somos unos espectadores profesionales en este tipo de teatro, algunos comiendo maní, otros gritando por sus ideales sin escuchar nada, otros durmiendo y algunos atorados con los sándwiches publicitarios que les regalan los actores de turno en el escenario.

Ya en el ejercicio del poder político, una vez que el espectador ha comprado todo el discurso, aparece esta escena , echarse la culpa unos con otros, a primera vista es un buen recurso, da la impresión que se está preocupado y se deja el mensaje que “alguien” no está haciendo la “pega”, lo cierto es que en el intertanto, la delincuencia va ganado terreno y su sombra avanza depredadora sobre los sacrificados , castigados e inocentes ciudadanos. En ciudades medianas y en las metrópolis, verdaderas legiones de delincuentes se levantan día a día a “trabajar” y dejar sus secuelas de terror y dolor entre sus compatriotas, si lo miramos en profundidad, se trata de una fuerza monstruosa que actúa en sentido contrario a los esfuerzos que hacemos todos, una suerte de vector despiadado que aumenta su fuerza con cada nueva generación, porque siempre hay un primer día en el delinquir, un primer día que no quisiéramos que nunca ocurra, esa es la clave.


grafica de www.panoramadiario.com

Al final, mi pensamiento me dice que la culpa es de todos, por lo tanto no tiene sentido echarse la culpa unos con otros, la culpa es de todos, por cuanto siempre somos espectadores escuchando el discurso para la galería, comiendo maní o durmiendo en nuestras butacas, el problema que tenemos como país en este tema y en otros probablemente pasa también por esta actitud colectiva, no tenemos el valor de convertirnos en actores para cambiar las cosas, son pocos los que se atreven a hacerlo, al resto nos tirita la pera, no somos capaces de articular el libreto y menos frente a espectadores profesionales que esperan nuestros sándwiches promocionales.

La próxima generación de chilenos que no quiera ser aplastados por el “ bulldozer” de la delincuencia que crece día a día, debería intentar ser más participativa, intentar cambiar las leyes que normalmente son constructos intelectuales de unos pocos intereses, normalmente extranjeros, y plantearse seriamente el castigo al daño y al dolor, porque la sensación de impunidad nos está tocando la puerta a todos en estos días.

sábado, 12 de noviembre de 2011

VAMOS ARANDO DIJO LA MOSCA....

A veces, y digo a veces porque se está transformando en un hecho poco frecuente, conversamos con mis hijos en forma profunda y reflexionamos sobre el país del cual somos parte, y entre otros temas, salta la pregunta ¿que nos hace buenos?

Veamos, si creemos que somos parte de la buena estadística de Latinoamérica en muchos aspectos, podría decirse que “la llevamos “en algunas materias importantes, por ejemplo: “pensar”. Esta característica se puede ver los indicadores de I+D, es decir, tendríamos una masa de gente pensante y otras gentes dispuestas a llevar las ideas de esas gentes pensantes, a su más completo desarrollo y en forma inteligente, las cifras en estas materias nos desmienten de inmediato, en realidad es todo lo contrario, pensamos poco, somos compradores de pensamientos en todos los ámbitos

Siguiendo posibles pistas que nos evidencien aquello que nos hace liderar o al menos tener una voz destacada en el corito latinoamericano, podemos decir que somos poco chacoteros, esto debe ser por el clima, en el norte muy seco y caluroso y bastante frio y lluvioso en el sur, ambos medioambientes podrían ser un desincentivo para estar en fiesta permanente, consecuente con ello, es mejor agachar la cabeza y trabajar y trabajar, y es lo que hacemos, pero parece que hacemos muchos “break” en la jornada, porque la productividad es bastante baja a la hora de evaluar lo que producimos.

Buscando otra de las características que a veces destacan en las estadísticas, la seguridad en las ciudades, a mi me parece que es así, somos en esencia un pueblo pacífico y amable en cuanto a la agresión contra la vida, a pesar de lo amarillista de la televisión chilena, un extranjero que vea televisión aquí una semana podría pensar que esto es Iraq. El nódulo maligno en ese estado contemplativo y pacifico es el robo, parece ser que tenemos un máster en ese tipo de accionar porque aún cuando nos roban todos los días, seguimos en ese estado contemplativo, sin cambiar leyes ni tomar medidas serias, es una suerte de discapacidad social.

En otro enfoque sobre lo mismo, parece que somos buenos en la solidaridad, ayudamos a calmar las desdichas de otros, vamos en su ayuda, colaboramos en forma entusiasta en las buenas causas, sólo que a veces se nos pasa la mano, el Estado tiene hoy día una interminable lista de subsidios y ayudas muy bien acogidas y aceptadas por todos nosotros, el problema es que al final cuando en vez de cobre ( bendito sea) tengamos un territorio como el de los perrillos de las praderas, llenos de hoyos , entonces deberá pagar Moya, el mismo señor que terminara pagando las otras deudas.

Una vez escuché a unas estudiantes mexicanas expresar lo limpia que eran nuestras ciudades, unas ciudades en las cuales resalta una preocupación por el orden y la limpieza, confieso que casi me lo creí, y por un momento parece que las botellas, los restos de poda, los pañales desechables , los restos de comida , las bolsa nylon y otros invitados se hicieron transparentes, pero rápidamente volvieron a esta dimensión con su nauseabunda presencia, me parece que no, no es un rasgo que nos distinga la limpieza de nuestras ciudades.


Mosca que vino de internet




Al fin, hay una amplia gama de cosas en las que si somos buenos, nuestra tecnología constructiva es envidiable, nuestra preocupación por la salud y la nutrición, nuestra incorruptible policía, la labor sacrificada y voluntariosa de los bomberos etc., etc. Las cosas que debemos cambiar son muchas, y estamos en buen pie para hacerlo, solo falta que alguien, una mente clara y creíble las diga en forma categórica, con fuerza, convicción y con un buen plan para que entre todos las arreglemos, ante la falta de dicho “mesías” yo lo digo desde la comodidad de mi escritorio y en este blog, como la mosca arriba del buey,... nos falta todo ese potrero que arar...

miércoles, 2 de noviembre de 2011

ACTITUDES Y MODELOS DE DESARROLLO

Hace ya algún tiempo escuché una entrevista al ex-Presidente Ricardo Lagos justo cuando entregaba su opinión respecto al modelo de desarrollo que debía seguir Chile, en la disyuntiva de un modelo europeo y otro norteamericano, modelos que él mismo autodefinió, se inclinó por el modelo europeo de desarrollo.

Si entendemos como desarrollo la progresión a mejores niveles de crecimiento económico, social, político y cultural de una sociedad, normalmente nos referimos a dos paradigmas, tanto el norteamericano como el europeo tienen características propias que los hacen modelos de análisis, y también de copia o pseudo- copia.

He vivido y he viajado por Europa, conozco algo sobre el modelo de desarrollo europeo al menos en sus aspectos básicos para tener una opinión de él. Una primera aseveración que me atrevo a hacer basado en ese conocimiento es que en Europa todos son socialdemócratas, algunos dirán que son de derecha, otros de izquierda, otros serán de centro, pero al final del día, todos son socialdemócratas, es decir, confían en el Estado como regulador y orientador del desarrollo, apostando decididamente por un Estado fuerte, aún cuando todos creen en que es posible desarrollar empresas en forma individual y esas empresas pueden prosperar, esa confianza se evidencia cuando vemos que muchas empresas son familiares y algunas de larga data.

Los europeos confían en los servicios públicos y confían también en el autocontrol que se ejerce sobre los organismos públicos mediante la participación ciudadana, como resultado tienen un Estado grande, diversificado y especializado en multiplicidad de agencias, algunas de muy alto nivel como las encargadas del urbanismo, y otras que desarrollan investigación de ´punta con los datos que manejan como las agencias públicas orientadas al medioambiente.

Una calle anónima en Grecia, ellos también tienen lo suyo ( foto archivo del autor)


“Toda persona debe por entero su existencia al Estado” dice Hegel, el filosofo alemán del siglo XIX, y esa es la idea que tiene los europeos del Estado, y no dejan de tener razón, esa institución es el garante del estado de derecho sin el cual la vida y los bienes valdría lo que vale una mosca , por otra parte, los conflictos entre los diversos pueblos de Europa durante muchos siglos, tiene una gran relevancia a la hora de buscar el sentido del Estado por cuanto representa de algún modo el aglomerante de los pueblos y su identidad, esa es una actitud de vida, una actitud de confianza.

El otro paradigma de desarrollo, el norteamericano, que no le gusta a muchos chilenos en las palabras públicas o en el discurso para la galería - porque resulta en algunos aspectos políticamente incorrecto - tiene sentido en el motor que impone el capital y la iniciativa privada. Si se hiciera una encuesta a nivel nacional o más aún, a nivel global de cuanta gente quiere emigrar a norteamérica, la respuesta sería abrumadora. Las sólidas barreras que el Estado norteamericano ha construido para impedir la inmigración masiva mantiene apenas contenida las masas migratorias mundiales. El sistema norteamericano basado en el self-made men, o la construcción de nuestro propio proyecto lo hace atractivo hasta para los más renegados del sistema, una cuestión de actitud en la autoconfianza.

Norteamérica ha tenido un éxito arrollador en cuanto al desarrollo, es un país que consume en grandes cantidades uno de los elementos más importantes, escasos y valiosos del mundo, consume cerebros, científicos, artistas, intelectuales y todo tipo de inteligencia es absorbida por el sistema no importa desde donde se venga, la idea es concentrar y conectar cuanta inteligencia se pueda por metro cuadrado, esto el reconocimiento explicito y cultural al mérito, al talento y al éxito.

Tengo la sensación que Chile sigue ambos modelos en paralelo, algunas voces dicen que nuestra sociedad se ha volcado al sistema neoliberal similar al norteamericano, al cual califican de salvaje y exento de humanidad y están por desarmar o desconstruir . Los que se expresan en esos términos en realidad no conocen el sistema norteamericano, este se basa en muchas actitudes difíciles de comprender para nuestra mentalidad, pero una de ellas es, “hazlo bien a la primera”.

No somos “ni chicha ni limoná” dice el refrán popular y claro no podemos serlo, no solo nos movemos en unas copias algo parecidas de ambos modelos y sin mayores finesas, sino que además aportamos de nuestra cosecha la parte más sustanciosa a esta vías sui generis al desarrollo, nuestras actitudes. Por las actitudes que hemos sedimentados a través de todos estos años, ni Europa y Norteamérica son paradigmas para nuestro desarrollo, y he allí el continuo fracaso a la hora de evaluar los avances. En la hipotética sala donde graficamos nuestro desarrollo, avanzamos en algunos aspectos de modo que la curva toca el techo, pero en otros, la curva sigue bajando al subterráneo asustando arañas, guarenes y todo tipo de bicho que acostumbra a vivir allí.

Pienso que si lográramos diseñar nuestro propio camino al desarrollo este sería muy diferente al europeo y al norteamericano, pero antes de que eso ocurra tendríamos que sortear primero algunas actitudes internas que siempre nos ponen el freno, veamos una , nosotros tendemos a desconfiar del Estado, no le damos boleto , nuestro vinculo con el Estado se limita a reclamar y pensar – cranear en su forma autóctona - que podemos obtener de él, además siempre y cuando no nos toque nuestros ingresos. Hace unos días entrevistaban a un pescador en un noticiario de televisión, el hombre se quejaba porque no iba a poder recibir una ayuda estatal la cual tenía como requisito hacer iniciación de actividades, y pagar impuesto, hay que recordar que en el modelo europeo hasta la señora alemana que vende kuchenes en su casa paga impuestos, pero este pescador jamás en su vida ha pagado impuesto y no entendía porque tenía que pagarlos. El esquema es simple, donde existe un Estado que redistribuye, todos pagan.

Si alguno piensa que el sistema norteamericano es para nosotros, entonces tenemos un tremendo problema, hay que esperar que nos enriquezcamos como nación para atender las demandas sociales, entre otros cambios, nadie le rebajaría el boleto de locomoción a nuestro hijos y el sistema de salud tal como lo conocemos no existiría, trabaja, trabaja, trabaja y arréglatelas como puedas luego conversamos porque será el jefe, esa idea refleja en palabras simples una actitud, hay que arreglárselas solos desde muy temprano en la vida y ellos se la arreglan bastante bien. Si esto se aplicara en Chile, hacemos una revolución en unas cuantas horas.

Mi pensamiento profundo me dice que para diseñar un camino propio al desarrollo hay primero que conversar en profundidad y debatir a las menos tres actitudes que se han arraigado fuertemente en los que somos, y que nos juegan en contra, es más, nos pasan goles a cada rato.

La primera actitud dice relación con el clasismo, algo que podemos entender como la división artificiosa en al menos tres castas, los de arriba, los de al medio y los de abajo. Pienso que se debería trabajar sobre la integración entre las clases sociales, esta es una barrera gigantesca, algunos dicen un abismo cultural, se trata de una idea solapada metida en el ADN del chileno que lo posiciona por si solo en la rueda de la fortuna y que si se logra derribar, como se dice en vulgata, “estamos al otro lado”.

Una segunda actitud es el amor a lo precario, a lo mal hecho, a veces pienso que esto viene de nuestro duro enfrentamiento con los terremotos y tsunamis, se trata de una suerte de desconfianza respecto a lo permanente, a la buena factura, respecto a lo bien hecho. Con los embates naturales podría suponerse entonces que es producto de una actitud propia, nacional, pero esta actitud se puede apreciar también en otros pueblos latinoamericanos no tan terremoteados. En esta línea de argumentos vencer lo precario significa hacerlo bien a la primera, si queremos derribar esta muralla deberíamos cambiar el chip respecto a la manufactura de cualquier cosa, para hacerlas bien hechas, se trata de vencer el viejo dicho de “hacerlo a la chilena” en su versión mediocre, entiendo que el actual presidente está intentando cambiar el sentido del slogan.

Una tercera actitud que nos juega en contra es la envidia, esta es tal vez la actitud más característica de nuestra personalidad como pueblo. Un conocido abogado se refería al área urbana del gran Concepción como lo “ Envidiopolis” de Concepción, es decir la concentración a nivel metropolitano de envidiosos, pero es mejor conocida por nosotros, “ the people” , como “ el chaqueteo”, es decir la acción colectiva de bajar al que subió un peldaño. Pienso que la envidia viene de lo pueblerino, de creernos parientes de todos, de pensar que somos de la misma ralea y por lo tanto todos son tan incapaces como nosotros.

Al fin, hay al menos tres actitudes que han sedimentado una profunda desconfianza en nosotros, nuestro entorno y nuestros logros, se desconfía del otro, se desconfía que podamos hacerlo bien y se desconfía del éxito. Diseñar nuestro camino al desarrollo requiere que se enfrenten estos temas, se requiere hablarlos, probablemente se trate de hacer una terapia grupal que permita ponerlos en evidencia, y luego procurar sanarnos porque nos afecta a todos, mi pensamiento final sobre este tema me dice que para caminar por el desarrollo debernos estar sanos porque si no los estamos nos caemos en el camino, necesitamos una terapia con urgencia.