domingo, 16 de diciembre de 2018

Como Pollo sin Cabeza



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No sé donde escuché alguna vez ese dicho,"como pollo sin cabeza", pero imagino que comunica falta de claridad, que no se sabe hacia dónde se va, que el destino al cual se marcha es confuso y que se puede estar dando vueltas y vueltas como ocurre cuando se ha perdido del mapa de la ruta.

Me pasa lo mismo cuando intento ver en perspectiva hacia dónde vamos como país, como sociedad, la sensación que tengo es que tenemos problemas de timón, a veces veo que vamos para un lado con toda la potencia, para luego sin más, cambiar de dirección y enfilar rumbo hacia otros destinos, como pollo si cabeza.

En esta práctica perdemos tiempo, y no sólo en los últimos años, desde hace ya un buen rato siento que estamos a la deriva. No sé si quienes llevan las riendas del país la tienen clara y simplemente no lo saben comunicar, pero desde acá abajo, desde el ciudadano a pie no se divisa rumbo, se siente una desesperante condición de ir en las bodegas de un barco sin saber a qué puerto nos llevarán, y lo más terrible, hay muchísimos vecinos que nos les importa, se entretienen durante el viaje chateando con el del lado.

Me imagino desde mi párvula y poca capacidad reflexiva que orientar los destinos de un país debe ser una tarea titánica, hay tantas y tantas fuerzas que intentan llevar a la sociedad hacia sus idearios de paraíso, normalmente ubicados en direcciones contrarias y constituyendo fuerzas opuestas que jalan fuerte, bajo esos tiras y afloja a veces podríamos parecer que somos un cuerpo listo para ser descuartizado, algo similar a lo que ocurría con los condenados a morir por desmembramiento, los caballos separaban brutalmente los miembros, las partes, acá podrían haber más partes, incluida la cabeza.

¿Por qué no hay proyectos comunes?, ¿Por qué no hay grande acuerdos sociales?. En la disciplina que tengo especialidad se apunta siempre al acuerdo, pienso que es una buena idea, pero es una idea que implica mostrar las cartas y estar dispuesto a perder posiciones, consecuentemente su fin es noble, se trata de constituir los ladrillos básicos para alzar cualquier edificio, pero veo una y otra vez que eso es una utopía, una irrealizable figura de la academia. En la realidad abunda la sospecha, todos somos sospechosos y además hay algunos que esconden bajos sus ropajes armas de todo tipo, para los unos, los otros tienen siniestros planes ocultos, para los otros, los primeros son soldados de fuerzas oscuras, al final del día, queda esa sensación que todos jugamos con las cartas marcadas.

Pienso que muchos de mis compatriotas deben pensar que con una cabeza fuerte, con una mano de hierro, con un gobierno duro y autoritario las cosas deberían marchar mejor, pero la historia ha demostrado que eso es una ilusión, es mejor la negociación, es mejor intentar la gobernanza, buscarle la quinta pata al gato y huir mientras se pueda de los mesías e iluminados.

Quisiera ver una maqueta, una imagen objetivo, un dibujo aunque sea medio pintarrajeado a modo de un croquis, aunque no tenga bordes claros ni satisfaga a muchos, pero creo que serviría de algo, al menos para calmar las neuronas y mostrarle al yo interior e inquieto que hay alguna dirección, o más presuntuoso aún, que cuando caminamos estamos yendo en la dirección correcta, esto además serviría para calmar esa extraña sensación de fatalidad que a veces me rodea, no porque sea un perseguido, es simplemente que noto que están apareciendo en el escenarios algunos flautistas, unas músicas extrañas, un acomodo de líneas de marchas, y …entonces relaciono, mmmm. ¿flautistas de Hamelin?.

Finalmente, pienso que deberíamos intentar algún acuerdo nacional, ponernos como sociedad algunos objetivos claros de mediano y largo plazo y que sean conocidos por todos, que no dependa de la coyuntura ni de los cantos de sirenas. Es cierto, hay que ser valiente para proponer algunas líneas firmes, unos objetivos nítidos, vivimos en la edad de lo “políticamente correcto”, en tiempos de “acomodo”, parece que nadie que pueda se atreve a cambiar las melodías melosas y poner algunas notas de jazz, pero al menos, dentro de ese marco, hay que intentar ayudar al pollo sin cabeza.