sábado, 14 de noviembre de 2020

¿Quieres comer pan con palta?

 


 

 

 

 

 

 

Mira, este  envase con pasta de paltas … ¿ lo llevamos?,  esta pregunta me la hizo mi esposa en un supermercado hace  dos días,  mi mente se auto- preguntó en sus vericuetos internos :  ¿quieres comer pan con palta?, inmediatamente se desató en ese mundo oculto  bajo los huesos de mi cráneo  el recuerdo de la agradable sensación de comer una marraqueta con palta,  sin tener que pelar, moler y preparar, …si ¡por supuesto!  repliqué, llevémosla.

Al día siguiente nos tocaba el desayuno,  en la mesa todo dispuesto, la marraqueta recalentada y crujiente esperaba a los comensales, tres en este caso, el desayuno de esa mañana sería diferente, teníamos en el menú pan con palta y otras exquisiteces conseguidas en nuestro viaje tipo comando anti-virus al supermercado.

Fue entonces que caímos en la cuenta sobre el producto estrella que teníamos en la mesa -  ello por el agudo ojo de mi hijo - era mayonesa con un 2 % de aceite de palta, una  pasta de color blanqui-verdoso, algo inclasificable y muy lejos de lo que podría ser una pasta de paltas.  ¡Habíamos caído en una jugada fea!, en realidad habíamos comprado otro producto, lleno de sellos negros con un gigantesco rotulado que insinuaba una palta abierta, y para ahonda aún más el mensaje, en letras grandes la palabra “palta”, lo único que pudimos leer sin nuestros anteojos.

Tengo tendencia a relacionar hechos y sacar conclusiones de lo que me pasa, de lo que nos ocurre en la vida contemporánea a todos, y este suceso me hizo recordar las veces que he caído en este tipo de juegos,  lo más recurrente es querer comprar un producto que conocemos en un tipo de envase, para revisar luego en casa que en realidad trajimos otro pero en un envase tan similar que se requeriría un curso para no caer en el engaño, la competencia menos afortunada copia si asco el formato del producto  líder del mercado.

El hecho es recurrente, una vez compré unos calcetines de hilo que me parecieron muy baratos, una oferta imperdible, me compré algo así como seis  pares, luego cuando decidí usar un par me di cuenta que estos me pasaban la rodilla, tenían unos 60 cm. de largo, por supuesto no los pude usar, seguramente una partida mal terminada, un fallo de fábrica que terminó en parte entre mis ropas por falta de información.

Pasar gato por liebre es una práctica que en nuestra realidad está muy avanzada, muy sofisticada, y pienso que no sabemos cuántas veces caímos en ella, cuantas veces somos víctimas, pero algo que es muy preocupante es constatar acerca de la capacidad de discernimiento que  tenemos para no caer en ella, pienso que quizás no tenemos ninguna chance, simplemente estamos condenados.

El mundo se ha vuelto tan sofisticado, tan complejo, que en síntesis, aparte de los saberes alcanzados en el campo que creemos tener más competencias, especialización o interés,  sobre el resto no entendemos ni sabemos nada, nada. Sin embargo nos pavoneamos como si lo hiciéramos, nos pasa con la economía, con la política, con las ciencias, con las humanidades, con todo, las enciclopedias virtuales de internet nos venden un narcótico, otro engaño. 

Volver atrás es simplemente imposible, lo sé porque cuando levantó el capó de mi automóvil y miro en su interior no comprendo nada de lo que está allí, sin embargo recuerdo como arreglaba mi viejo Fiat 125 cuando era joven, y sólo han pasado unos 35 años, la mecánica se fusionó con la electrónica y la computación, además otras tecnologías se asociaron  y hoy es un  computador el que hace el diagnóstico, conversa con el auto y se dan señales, es muy complejo para un mecánico de barrio.

Con ello en mente, pienso que el engaño y la manipulación están servidas, pienso que las  masas de individuos en realidad perdieron  las pocas libertades que algunos suponen que tuvimos, en realidad algunos teóricos como Sam Harris (1), un conocido intelectual norteamericano sostiene que la libertad de elegir es una ilusión, en su discurso, somos manejados por un cerebro autónomo;  desde mi modestia intelectual estimo que además nos manejan como tropel con señales falsas, con discursos falsos, con productos falsos y como no vivimos en la luna, quizás participamos de armar parte de ese coctel, no lo sabemos.

La esperanza que tengo viene de la esperanza del tonto, porque pienso que quien me engaña con esos productos falsos, con discursos, datos y expectativas falsas, son también engañados por otros de igual manera, y así nos vamos, en una suerte de mundo de fantasía de meta y ponga, sin posibilidad de ver algo de verdad, es la edad de la posverdad dicen los gurús, bien, la esperanza es que nos cansemos de engañarnos unos a otros y algún día alguien “clever” llame al orden.

(1) https://samharris.org/