miércoles, 25 de marzo de 2020

Dos kilos de tomate




Fuente de fotografía : http://www.elconcecuente.cl


- ¡Señora, por favor péseme estos tomates!...
- si…¿oiga y Ud. porqué está usando esa mascarilla..?
- bueno, por el virus…el corona..vir...
- ¿y Ud. cree esas tonteras?
- me parece que es cierto..hay una pandemia..
- ¿cómo lo sabe Ud…?
- ¿cuánto son los tomates..?
- dos kilos son 1.300 pesos…¿lleva plátanos?
- Ahhh…no gracias, tome páguese..
- le preguntaba que como sabe Ud. que el virus existe?
- ¿… ha visto acaso los muertos..?
- bueno..no, pero hay alarma mundial
- …en Italia se ha muerto mucha gente..
- no les crea amigo.. eso son cuentos para mantenernos controlado… ( una voz cercana…)
- eso, eso le decía al señor …pa´ qué usa esa mascarilla…
- mmm…si es un asunto de creencia señora
- y yo creo que viene..
- yo no, son mentiras.. no se las crea
- no se las crea amigo … y ..¡tranquilo!..
- su vuelto..
- gracias…y suerte.

martes, 10 de marzo de 2020

Esa incomoda sensación de ser rémora


imagen de https://cdnb.20m.es/


Por estos días las economías mundiales se tambalean, en el leguaje de la aviación se diría que estamos pasando por turbulencias severas, el coronavirus, las guerras del cartel del petróleo, los tiras y aflojas de la relación chino-americana y las tensiones sociales mundiales hacen que la turbulencia sea bastante movida.

Que el gigante asiático no nos compre cobre ni otras materia prima ciertamente nos complica, dependemos de las grandes economías y del panorama que ellos diseñan, en el peor de los casos si esto se prolonga sobreviviremos como lo hacen los pequeños mamíferos, dosificando la comida a un gusanito al día, con certeza no creceremos, estaremos esperando los rumbos que tomen quien pueden hacerlo cuidando de no perder el calor corporal.

Me parece que pasa lo mismo con ciertos cambios sociales, no sólo ocurre en la economía, cuando algo ocurre en las grandes sociedades del mundo ciertamente nos afecta, nos redefine y nos obliga a seguir derroteros que ni siquiera sabemos hacia donde van, muchas veces caminamos medio aturdidos siguiendo pauteos y modas que responden a otras realidades, a otras sociedades, en estos momentos quizás se están gestando nuevos conflictos sociales en algún escenario de las grandes ciudades mundiales, americanas, europeas, asiáticas, da lo mismo, luego, en un futuro cercano esos conflictos nos tendrán convulsos y aproblemados, algo muy similar a lo que ocurre con el coronavirus.

No sé cuanta gente se dará cuenta, cuantos en realidad verán que tenemos un papel muy secundario en el escenario mundial, y con ello somos motivo de regulaciones, matonaje y chantaje de los grandes, amén que no nos dejan ser lo que queremos ser, hace algunos años atrás se hablaba que el conjunto de naciones como la nuestra debería asumir de una buena vez su condición en el marco del “realismo periférico” , que según Carlos Escudé, un teórico argentino, significaba lisa y llanamente que quienes tenían la capacidad de destruir el mundo, mandaban, así de simple.

La baja importancia de nuestras sociedades periféricas me quedó muy claro hace unos días, observé en internet unas pruebas que se realizaban a automóviles que luego se venderían en el mercado latinoamericano, en ellas se señalaba que las normas para nuestros mercados son bastantes más relajadas que aquellas que imperan para los mercados de sociedades como las europeas o americanas, en consecuencia, los autos mostraban flaquezas, fallas, que en esos otros contextos no se permitiría pero por aquí no había problema, nadie diría nada, nadie golpearía la mesa, nuestra seguridad en realidad no cuenta porque para otras latitudes somos unos fantasmas que conducen.

Por otra parte, parece que estamos adaptados para jugar nuestro papel de segundones o mejor dicho, de tercerones, la chimuchina interna nos mantiene siempre ocupado en “nuestros asuntos”, es decir mirando para adentro y hacia abajo, sin poder nunca levantar la cabeza y mirar el horizonte, es decir, tenemos la estructura, los sistemas y la morfología adaptados para esta condición de cortesanos de última línea, en el mundo natural seríamos unas remoras.

Pensar en vagar en forma libre por el medio, comer lo que se caza y hacer lo se le plazca, al igual que el tiburón, parecer estar fuera de nuestro alcance, es cierto que eso implica riesgos, si una rémora se soltara de su huésped sería pez comido, no sólo porque nunca ha cazado nada sino porque no sabría hacia dónde ir, no sabría conducirse.

Por lo anterior, pienso a veces que el problema no es nuestro tamaño, probablemente el problema es nuestro organismo. En algún punto de la historia, cuando estábamos en gestación algo pasó, digo esto porque nos quedamos en una condición permanente de niñez, somos como los bebes que hay que alimentar y cuidar, tampoco aprendimos a articularnos armónicamente, un brazo pelea con el otro y los pies se hacen zancadillas unos a otros, no hablamos bien y como broche de oro, no entendemos lo que leemos, por su parte la cabeza que debería ser quien nos conduce, muestra desde hace mucho tiempo signos de infantilismo.

Es incomoda esta posición, se siente que el filete se lo comen otros y nos sueltan las sobras, las que hábilmente maquillamos como platos de primera tras años de prácticas engañosas, y así, esperaremos hasta el próximo evento al que seremos conducidos. Quizás por esa realidad alguna gente valiosa emigra, se va, busca lugares que les permitan crecer, hacer sus proyectos de vida, introducirse realmente en el mundo contemporáneo y ver cuál es la dirección que está tomando la civilización.