miércoles, 2 de noviembre de 2011

ACTITUDES Y MODELOS DE DESARROLLO

Hace ya algún tiempo escuché una entrevista al ex-Presidente Ricardo Lagos justo cuando entregaba su opinión respecto al modelo de desarrollo que debía seguir Chile, en la disyuntiva de un modelo europeo y otro norteamericano, modelos que él mismo autodefinió, se inclinó por el modelo europeo de desarrollo.

Si entendemos como desarrollo la progresión a mejores niveles de crecimiento económico, social, político y cultural de una sociedad, normalmente nos referimos a dos paradigmas, tanto el norteamericano como el europeo tienen características propias que los hacen modelos de análisis, y también de copia o pseudo- copia.

He vivido y he viajado por Europa, conozco algo sobre el modelo de desarrollo europeo al menos en sus aspectos básicos para tener una opinión de él. Una primera aseveración que me atrevo a hacer basado en ese conocimiento es que en Europa todos son socialdemócratas, algunos dirán que son de derecha, otros de izquierda, otros serán de centro, pero al final del día, todos son socialdemócratas, es decir, confían en el Estado como regulador y orientador del desarrollo, apostando decididamente por un Estado fuerte, aún cuando todos creen en que es posible desarrollar empresas en forma individual y esas empresas pueden prosperar, esa confianza se evidencia cuando vemos que muchas empresas son familiares y algunas de larga data.

Los europeos confían en los servicios públicos y confían también en el autocontrol que se ejerce sobre los organismos públicos mediante la participación ciudadana, como resultado tienen un Estado grande, diversificado y especializado en multiplicidad de agencias, algunas de muy alto nivel como las encargadas del urbanismo, y otras que desarrollan investigación de ´punta con los datos que manejan como las agencias públicas orientadas al medioambiente.

Una calle anónima en Grecia, ellos también tienen lo suyo ( foto archivo del autor)


“Toda persona debe por entero su existencia al Estado” dice Hegel, el filosofo alemán del siglo XIX, y esa es la idea que tiene los europeos del Estado, y no dejan de tener razón, esa institución es el garante del estado de derecho sin el cual la vida y los bienes valdría lo que vale una mosca , por otra parte, los conflictos entre los diversos pueblos de Europa durante muchos siglos, tiene una gran relevancia a la hora de buscar el sentido del Estado por cuanto representa de algún modo el aglomerante de los pueblos y su identidad, esa es una actitud de vida, una actitud de confianza.

El otro paradigma de desarrollo, el norteamericano, que no le gusta a muchos chilenos en las palabras públicas o en el discurso para la galería - porque resulta en algunos aspectos políticamente incorrecto - tiene sentido en el motor que impone el capital y la iniciativa privada. Si se hiciera una encuesta a nivel nacional o más aún, a nivel global de cuanta gente quiere emigrar a norteamérica, la respuesta sería abrumadora. Las sólidas barreras que el Estado norteamericano ha construido para impedir la inmigración masiva mantiene apenas contenida las masas migratorias mundiales. El sistema norteamericano basado en el self-made men, o la construcción de nuestro propio proyecto lo hace atractivo hasta para los más renegados del sistema, una cuestión de actitud en la autoconfianza.

Norteamérica ha tenido un éxito arrollador en cuanto al desarrollo, es un país que consume en grandes cantidades uno de los elementos más importantes, escasos y valiosos del mundo, consume cerebros, científicos, artistas, intelectuales y todo tipo de inteligencia es absorbida por el sistema no importa desde donde se venga, la idea es concentrar y conectar cuanta inteligencia se pueda por metro cuadrado, esto el reconocimiento explicito y cultural al mérito, al talento y al éxito.

Tengo la sensación que Chile sigue ambos modelos en paralelo, algunas voces dicen que nuestra sociedad se ha volcado al sistema neoliberal similar al norteamericano, al cual califican de salvaje y exento de humanidad y están por desarmar o desconstruir . Los que se expresan en esos términos en realidad no conocen el sistema norteamericano, este se basa en muchas actitudes difíciles de comprender para nuestra mentalidad, pero una de ellas es, “hazlo bien a la primera”.

No somos “ni chicha ni limoná” dice el refrán popular y claro no podemos serlo, no solo nos movemos en unas copias algo parecidas de ambos modelos y sin mayores finesas, sino que además aportamos de nuestra cosecha la parte más sustanciosa a esta vías sui generis al desarrollo, nuestras actitudes. Por las actitudes que hemos sedimentados a través de todos estos años, ni Europa y Norteamérica son paradigmas para nuestro desarrollo, y he allí el continuo fracaso a la hora de evaluar los avances. En la hipotética sala donde graficamos nuestro desarrollo, avanzamos en algunos aspectos de modo que la curva toca el techo, pero en otros, la curva sigue bajando al subterráneo asustando arañas, guarenes y todo tipo de bicho que acostumbra a vivir allí.

Pienso que si lográramos diseñar nuestro propio camino al desarrollo este sería muy diferente al europeo y al norteamericano, pero antes de que eso ocurra tendríamos que sortear primero algunas actitudes internas que siempre nos ponen el freno, veamos una , nosotros tendemos a desconfiar del Estado, no le damos boleto , nuestro vinculo con el Estado se limita a reclamar y pensar – cranear en su forma autóctona - que podemos obtener de él, además siempre y cuando no nos toque nuestros ingresos. Hace unos días entrevistaban a un pescador en un noticiario de televisión, el hombre se quejaba porque no iba a poder recibir una ayuda estatal la cual tenía como requisito hacer iniciación de actividades, y pagar impuesto, hay que recordar que en el modelo europeo hasta la señora alemana que vende kuchenes en su casa paga impuestos, pero este pescador jamás en su vida ha pagado impuesto y no entendía porque tenía que pagarlos. El esquema es simple, donde existe un Estado que redistribuye, todos pagan.

Si alguno piensa que el sistema norteamericano es para nosotros, entonces tenemos un tremendo problema, hay que esperar que nos enriquezcamos como nación para atender las demandas sociales, entre otros cambios, nadie le rebajaría el boleto de locomoción a nuestro hijos y el sistema de salud tal como lo conocemos no existiría, trabaja, trabaja, trabaja y arréglatelas como puedas luego conversamos porque será el jefe, esa idea refleja en palabras simples una actitud, hay que arreglárselas solos desde muy temprano en la vida y ellos se la arreglan bastante bien. Si esto se aplicara en Chile, hacemos una revolución en unas cuantas horas.

Mi pensamiento profundo me dice que para diseñar un camino propio al desarrollo hay primero que conversar en profundidad y debatir a las menos tres actitudes que se han arraigado fuertemente en los que somos, y que nos juegan en contra, es más, nos pasan goles a cada rato.

La primera actitud dice relación con el clasismo, algo que podemos entender como la división artificiosa en al menos tres castas, los de arriba, los de al medio y los de abajo. Pienso que se debería trabajar sobre la integración entre las clases sociales, esta es una barrera gigantesca, algunos dicen un abismo cultural, se trata de una idea solapada metida en el ADN del chileno que lo posiciona por si solo en la rueda de la fortuna y que si se logra derribar, como se dice en vulgata, “estamos al otro lado”.

Una segunda actitud es el amor a lo precario, a lo mal hecho, a veces pienso que esto viene de nuestro duro enfrentamiento con los terremotos y tsunamis, se trata de una suerte de desconfianza respecto a lo permanente, a la buena factura, respecto a lo bien hecho. Con los embates naturales podría suponerse entonces que es producto de una actitud propia, nacional, pero esta actitud se puede apreciar también en otros pueblos latinoamericanos no tan terremoteados. En esta línea de argumentos vencer lo precario significa hacerlo bien a la primera, si queremos derribar esta muralla deberíamos cambiar el chip respecto a la manufactura de cualquier cosa, para hacerlas bien hechas, se trata de vencer el viejo dicho de “hacerlo a la chilena” en su versión mediocre, entiendo que el actual presidente está intentando cambiar el sentido del slogan.

Una tercera actitud que nos juega en contra es la envidia, esta es tal vez la actitud más característica de nuestra personalidad como pueblo. Un conocido abogado se refería al área urbana del gran Concepción como lo “ Envidiopolis” de Concepción, es decir la concentración a nivel metropolitano de envidiosos, pero es mejor conocida por nosotros, “ the people” , como “ el chaqueteo”, es decir la acción colectiva de bajar al que subió un peldaño. Pienso que la envidia viene de lo pueblerino, de creernos parientes de todos, de pensar que somos de la misma ralea y por lo tanto todos son tan incapaces como nosotros.

Al fin, hay al menos tres actitudes que han sedimentado una profunda desconfianza en nosotros, nuestro entorno y nuestros logros, se desconfía del otro, se desconfía que podamos hacerlo bien y se desconfía del éxito. Diseñar nuestro camino al desarrollo requiere que se enfrenten estos temas, se requiere hablarlos, probablemente se trate de hacer una terapia grupal que permita ponerlos en evidencia, y luego procurar sanarnos porque nos afecta a todos, mi pensamiento final sobre este tema me dice que para caminar por el desarrollo debernos estar sanos porque si no los estamos nos caemos en el camino, necesitamos una terapia con urgencia.

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