viernes, 5 de diciembre de 2014

Austeridad hoy, ¿es posible?




Desde mis épocas de estudiante universitario, me ha parecido que vivir austeramente es una obligación consigo mismo, con mi realidad social y económica y quizás con la naturaleza, en lo general, siento que vivir en austeridad, con lo que realmente necesitamos es una práctica sana, pero esta práctica parece ser una tarea cada vez más difícil en este Chile del siglo XXI.

El marketing comercial asociado a otras múltiples técnicas que despiertan nuestros deseos ocultos, son la primera barrera difícil de traspasar, el mundo utópico que se muestra en imágenes digitales, cada día más reales, nos convierte en una especie de monitos menores que quieren “eso”, sumarnos a las caritas sonrientes de un grupo de privilegiados con su situación económica resuelta, los monitos mayores, que toman champagne francés a orilla de la costa mediterránea en un atardecer dorado, “la vie en rose”

Entre otros artilugios, Chile debe estar en algún ranking de concentración de 4 x4 en relación a su población, quizás hay algo patológico con ciertos productos, es como si la expresión “yo me lo merezco”, estuviera socavando nuestro pobre cerebro día y noche, y martillando en leguaje chileno la opción ¿cómo no me lo voy a comprar, si puedo?, en mucho caso en cómodas cuotas, crédito inteligente, sobreendeudamiento, en fin, el objeto del deseo frente a la conocida ecuación “ el que quiera celeste, que le cueste”.

Vivir austeramente requiere probablemente conectarse un poco más con la naturaleza , y quizás por ahí va parte del problema, nos estamos alejando cada vez más hacia un paisaje artificioso, uterino, a un mundillo de luces, colores y sugerencias que nos susurra al oído ... cómprame... La naturaleza nos puede salvar, acoger con nuestras cavilaciones culpables, pero hay que decirlo también, nuestro propio concepto de naturaleza forma parte del mismo juego, nuestro cerebro no quiere problemas, sueña un cómodo bar con vista al mar, lago o la montaña, un whisky and dry ginger ale en mano en un ambiente “rústico”, y si continúo dibujando en el aire, una chimenea y unas aguas termales debidamente armonizadas con la arquitectura, todo a módicos precios para la VISA, al fin, parte de lo mismo.

Podría ser que hasta perdimos el norte y ya no sabemos que es vivir en austeridad, vivir con simpleza, con aquello que verdaderamente necesitamos, en mi caso estoy evaluando, y a veces me doy cuenta que arrastro también mucho material sobrante, mucho consumo, mucho peso muerto, y como muchos, he caído en las tentadoras ofertas.

Sugerir austeridad a otros, es como predicar a la manera del padre Gatica, y no, no es mi intención dar lecciones a nadie, pero podría ser una buena idea poner este concepto en nuestra mente y reflexionar, quizás con el mismo whisky en la mano pero imaginando la vida algo más simple y agradeciendo el hecho de estar vivo por este rato. Hay algo de humildad en la austeridad, hay algo de respeto con la naturaleza y con nuestra propia humanidad.

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