sábado, 12 de septiembre de 2020

El caso del chaleco























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Hace unos días salí por un rato a comprar pan y otras provisiones, llevamos varias semanas junto a mi familia encerrados y esa salida fue un escape, un tomar aire. Mientras esperaba en la fila para entrar a un supermercado me llamó la atención un señor con un chaleco de un color extraño, la vestimenta era claramente para una persona diferente a él, el tamaño, la textura y el diseño entre otros no le acomodaban, parecía un chaleco de guagua.

El hecho me dejó pensando unos momentos, me quedé dando vueltas a algunas situaciones de nuestra realidad nacional en que el ejemplo de la chaleco viene al caso, son situaciones que he ido juntando una a una para finalmente darme cuenta que están todas amarradas, todas ligadas a un origen común.

Me imagino que todos saben que cuando necesitamos un objeto común pero de manufactura, por ejemplo un martillo, en realidad salimos a comprarlo fuera del país, lo traemos y lo usamos. Si salió malo o bueno no importa, si salió malo compramos otro, si salió bueno, simplemente lo seguimos usando, sin embargo con las ideas y las metodologías para hacer cosas, para realizar proyectos y otras tareas para mejorarnos y que traemos desde afuera no sucede lo mismo, si nos equivocamos con la compra gastamos en exceso y nos hacemos daño.

Para cualquiera que pase los 60 años, es evidente que en estos últimos 45 años hemos ganado y perdido capacidades para hacer cosas, el caso del martillo en asuntos de manufactura es un hecho de la causa, pero me doy cuenta al revisar las situaciones amarradas que señalaba anteriormente que tenemos unas carencias similares cuando se trata de pensar en metodologías e ideas.

El chaleco que podemos producir con las metodologías e ideas que importamos nos queda mal, no nos acomoda y no va con nosotros, la receta para fabricarlo está pensada para otras personas, para otras realidades. Mucha gente ha viajado al extranjero para especializarse, yo no soy la excepción, buscamos maneras de hacer las cosas que otros han desarrollado de acuerdo a sus realidades, de acuerdo a sus contextos, recursos, idiosincrasia y hasta de acuerdo a sus utopías y miedos, me parece sobre esto que también quienes buscan esos conocimientos piensan de buena fe como yo, …bueno, adaptaré esto a mi realidad, es mi obligación.

El problema es que esto ocurre en todo orden, porque al estar tan carenciados de producción intelectual propia, finalmente todo es una adaptación, un acomodo, resulta que contribuimos a fabricar el chaleco pero no está de acuerdo a lo que realmente necesitamos, tampoco nos acomoda, nos adaptamos de mala manera y en la sumatoria de chalecos mal resueltos, tenemos un sistemas defectuoso, lleno de problemas. Recientemente y a raíz de la falta de respiradores artificiales para abordar las emergencias de la pandemia, quedó en evidencia lo dependiente que somos de todo, la carencia es abrumadora, pero la no generación de pensamiento propio, al igual que en el caso de los productos vitales para sostener la vida que ahora necesitamos, es una desgracia.

Es entendible que en materia de manufactura haya esa dependencia, al fin y al cabo se requieren tecnología patentadas, plantas gigantescas, mercado que puedan sostener las inversiones y una sumatoria de otras características en las que no somos viables, o simplemente no damos el ancho, pero ¿será lo mismo en materia de pensamiento, de producción intelectual?, ¿tenemos materia gris disponible?.

Pienso que si, tenemos suficiente gente inteligente, personas capacitadas para generar metodologías y diseñar caminos propios para una mejor actuación en muchas áreas( o ámbitos), me parece que el tema aquí es otro, es la falta de fe o de creernos el cuento y apostar por ello, mi creencia es que la capacidad instalada para pensar un chaleco que nos ajuste bien, que vaya con nosotros y que cumpla nuestras expectativas me parece que está, y así cada desafío que se nos presente deberíamos enfrentarlo con el afán de aprender y a pensar desde lo propio, con los deseos de acumular experiencias que nos permitan evolucionar y con ellos diseñar modelos más y más ajustados a nuestra realidad, ese camino podría llevarnos a la independencia y quizás a liderar algunas áreas latinoamericanas tan lastimosamente mal tratadas.

Es complejo y probablemente delicado para la salud tocar la vasta variedad de temáticas en las que metemos la pata, hacemos el loco o alzamos construcciones y estructuras conceptuales defectuosas, en esos mundillos es fácil notar que actuamos con conocimientos que se basan en otras realidades. Es muy difícil precisar el impacto final de la sumatoria de esos paquetes de información que nos compramos, pero el estado en que nos encontramos en muchas áreas es una evidencia que nos debería inducir a enfrentar el problema, el chaleco no nos ajusta, en muchos casos nos ahoga.

Finalmente, al aplicar el modelo del chaleco me doy cuenta que algunas de las iniciativas que veo a mi alrededor son unas parodias, unas malas copias de las obras que se desarrollaron en otros lados, y si bien hay algunas para la risa, en muchos casos son parodias tristes, escenas irreales en que nos degradamos creyendo que tenemos con nosotros lo mejor del mundo.

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