viernes, 4 de agosto de 2017

Empatía por el dolor ajeno.




Imagen tomada de https://lamenteesmaravillosa.com

Hace poco me enteré el triste caso de una pequeña niña que fue llevada a la fuerza al SENAME pese a la férrea oposición de uno de los padres, y sobre todo, lo más espectacular, la oposición de los vecinos quienes reaccionaron en forma organizada para evitar la medida, sin embargo nada cambió el curso de los hechos, la niña terminó en manos de ese organismo. Paralelo a eso, también supe del caso de otra menor que fue adoptada en circunstancias más o menos oscuras.

A estas alturas del destape de los casos del SENAME, esa sigla suena triste, simboliza una parte oscura en el funcionamiento de los organismos estatales, y en nuestros pensamientos se comienza a construir un sórdido vínculo de ese servicio con la muerte y el sufrimiento de inocentes. Hasta donde es de conocimiento público se sabe que unas 1313 personas, mayoritariamente niños de varias edades y adultos jóvenes han fallecido en un período de 11 años, una brutalidad, algo que cuesta dimensionar, con pensarlo reflexivamente se nos da vuelta la cabeza, y viendo la indefensión de las victimas viene un sabor amargo y una suerte de “ irse a Black”, además de una extraña sensación de impotencia, esa desagradable sensación de trágica contención que se viene incrementando por este y otros casos.

Pueden haber muchas explicaciones para los hechos y con ello se entiende el difícil papel de los funcionarios, recuerdo entre otros las veces que mis hijos nos han hecho correr desesperados en pos de atención médica e imagino esas pobres criaturas libradas a su suerte, y aún cuando el personal puede tener las mejores intenciones, la falta de sistemas de salud asociados y de rápida respuesta pudo haber hecho la diferencia, también podemos encontrar la presencia de enfermedades descuidadas por años, las bajas defensas, los accidentes, en fin , todo tipo de circunstancias limitantes que ocurren cuando se trabaja con la pobreza y la precariedad.

Veo con desazón el escenario nacional, y aunque hay que reconocer el heroísmo de un parlamentario, no veo que las figuras públicas que ante otros casos rasgan vestiduras se comporten a la altura de las circunstancias, se aprecia un silencio de hielo. Los medios de información masiva que festinan con la farándula, el perro cholito y los goles de Alexis Sánchez entraron en un absurdo lapsus, no logran capturar la dimensión de los hechos, parecen dormidos, quizás estamos todos semi-aturdidos por tanta información de muerte y destrucción a nivel global que ya nuestras capacidades de resiliencia simplemente se agotaron, o peor aún, podríamos estar migrando a hombres sin alma, a una aglomeración de seres automatizados y programados para fines específicos, sin la más ligera empatía por el dolor ajeno.

Tengo la sensación que este debe ser un caso prioritario de abordar y solucionar, y no sé si el proyecto de ley y la reorganización propuesta podrán mejorar la atención y manejo de esta realidad, quizás ese no sea el problema, viendo en perspectiva, una vez más le cargamos la culpa a los sistemas, a las estructuras, a las formas, pero en realidad lo que pasa son más bien fallas humanas, es el piloto el que está destruyendo los aviones, son las personas que fallan.

El problema golpea al estado y a todos nosotros, pero su génesis es más profunda, y es verdad que hay contextos complicados, no es posible negar que encontramos fundamentos en las problemáticas sociales endémicas del país, también en las responsabilidades colectivas y es claro que en la ineficiencia de los organismos del estado, pero también hay que dejar en evidencia las responsabilidades individuales, esa es la génesis, la carencia de amor y cuidado natural de la prole acogida en un hogar y su protección a todo evento, aún contra el estado, ese medioambiente humano que viene desde la noche de los tiempos y que nada alternativo puede reemplazar o sustituir, es la carencia fundamental en este y otros casos, en él , todos los actores tienen un papel, un rol que no es posible obviar ni soslayar porque son la base de todos los pilares fundamentales de esta y todas las sociedades humanas . En el caso de la pequeña niña con la cual comienza este artículo, falla el estado, y falla al no ver que arranca a una criatura de su hogar donde debe estar protegida para entregarla a un sustituto de su factura, al fin de cuenta algunas acciones pensadas y diseñadas en los escritorios de algunos burócratas, hacen un tipo de daño difícil de dimensionar.

Por otra parte, estas prácticas tan generalizadas de organización del estado que crea organismos nacionales gigantes, y además de competencia en todo el territorio, quizás no sean praxis recomendables para áreas tan sensibles, tan vinculadas a aspectos humanitarios y sociológicos cercanos, locales, quizás la solución sea más bien regional o local, porque cada comunidad es diferente, cada grupo humano puede aportar soluciones en la medida que puede visualizar su propia realidad y comprometerse de acuerdo a sus capacidades, en ese contexto, quizás sea hora de intentar regionalizar de buena fe.

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