sábado, 24 de septiembre de 2011

GOBIERNO LOCAL

Probablemente una forma eficaz de acelerar el desarrollo sea descentralizar, en este ámbito resulta admirable el trabajo de CORBIOBIO en la Región del Bio Bio , quien se ha destacado por sus constantes esfuerzos en favor de la descentralización, tengo una grata impresión de su presidente y fundador, Don Claudio Lapostol.

La descentralización también tiene detractores, y algunos argumentos no son menores, se dice que un poder centralizado puede manejar mejor los recursos situándolos donde son más necesarios desde una visión perspectivada y de totalidad, otro argumento recurrente pero en la misma lógica es que la dispersión del poder puede llevar a la fragmentación en la toma de decisiones aumentando de paso la burocracia.
Pero el argumento más fuerte que he escuchado en contra de la descentralización, tal vez sea la pérdida de los objetivos marcos, lo grandes objetivos de un país. Un argumento no menor en países pequeños en que los recursos además son bastante escasos.

Probablemente Chile sea un buen ejemplo que la centralización permite tener un país cohesionado, ordenado y con políticas comunes a todo al territorio, y en cierta medida con una autoridad fuerte, otro de los argumentos contra la descentralización. Pero no se puede negar que en este esquema Santiago es un hoyo negro que se lo lleva todo y lo consume todo.

A mi juicio en estas materias se deben buscar los equilibrios, es evidente que hay sectores que no pueden ser descentralizados por la naturaleza de sus competencias, por otra parte, parece sensato que para descentralizar se requiera una buena dosis de madurez ciudadana, y sobre todo que existan recursos un poco más allá de los críticos para funcionar, pero me parece que descentralizar es una buena vía para focalizar mejor los recursos y lograr mayores niveles de equidad.

Un país que no alcanza una gobernabilidad aceptable, más allá de lo mínimo, o que tiene bolsones de poco o nada presencia del Estado, a mi juicio resulta un sujeto complejo de descentralizar, como se señaló , se requiere cierta nivel de civilidad o madurez ciudadana en el contexto de una democracia real, y también el convencimiento de toda la ciudadanía de los beneficios de la vía democrática, eso significa en términos puros y duros, esperar a que un gobierno termine su período y no echarlo antes por la fuerza, de esta forma los procesos de descentralización no se transforman en caballitos de batallas para desestabilizar el gobierno nacional, aunque para ciertos sectores políticos pudiese ser esta una opción.

Una de las formas de avanzar en el proceso de descentralización real son los gobiernos locales, este concepto no es asimilable a lo que algunos argumentan como la municipalización, es un poco más complejo y si bien afecta el accionar municipal no se puede decir que sea focalizado en estas, porque los ámbitos sectoriales que involucra son de mayores competencias.
Un gobierno local es en cierta medida un gobierno autónomo, es decir, tiene cierto grado de libertad en la toma de decisiones, ello implica que hay un traspaso de poder de la autoridad central, y es ahí donde está el primer problema, un viejo dicho dice que el poder se quita o se gana, nunca se entrega.

Otro de los requisitos es su competencia territorial, es decir, requiere de cierto espacio donde aplicar la gestión, y ello dice relación con una zona del territorio nacional que tenga al menos una clara identidad, o que pueda ser entendida como una unidad territorial, situación que a veces no coincide con las unidades de tipo administrativa, sin embargo en el caso de Chile, este requisito podrían cumplirlo las regiones con algunos reparos.

Otro hecho importante es la elección de las autoridades, por cuanto la representatividad y sobre todo la legitimidad de la autoridad, viene a sustentar la aceptación de la gestión, este tipo de autoridad no tiene por ejemplo una relación con la represión, es una autoridad más cercana al concepto de gobernanza, o de gobiernos de alta participación. La participación podría señalarse como otra de las debilidades que puede detectarse en el caso Chileno, la cultura de la participación no es uno de los rasgos que nos identifique, ello porque podría verificarse en muchos casos, la existencia de una política de fachada que identifica la conocida escala de R. Hart, o peor aún, un simple decorado, o derechamente la manipulación para obtener ciertas aprobaciones. La legitimidad de la autoridad y la participación son ciertamente dos factores incidentes fuertes que considerar para instaurar gobiernos locales exitosos. Queda en evidencia en el caso chileno que se requieren pasos previos para superar debilidades presentes en estos factores, pero se pueden dar pasos concretos a través de otro tipo de gestión, por ejemplo la participación activa en ciertos ámbitos de la gestión sectorial, y diseñar y generar nuevas plataformas de información, esto último, resulta ser el insumo necesario para una participación real de los ciudadanos.

Finalmente el meollo del gobierno local radica en su capacidad de gestión, y es aquí donde aparece uno de los problemas más serios, la autonomía para el manejo de los recursos y la obtención de estos. Un gobierno local no sólo debería gastar sino que también y porqué no, generar recursos, lo primero no es más que una asignación presupuestaria que nunca alcanzará a una cifra mayor al 40 % de los recursos que los gobiernos nacionales destinaran al área territorial de supuesta competencia del gobierno local, por lo tanto la clave para avanzar en el cumplimientos de objetivos, es claramente una decidida gestión para aumentar recursos.

Para realizar una verdadera gestión generadora de recursos hay que romper de alguna manera con complejas barreras impuestas por los marcos legales y regulatorios actuales, una de ellas, la más importante, es que el Estado no puede emprender empresas, esta idea por si sola castra cualquier intento por hacer una gestión exitosa, si bien es atendible que el Estado no puede mantenerse como socio activo de una actividad productiva en desmedro de los privados, es también atendible que el Estado pueda participar en la génesis y en el inicio de ciertas actividades rentables estratégicas y necesarias, esto podría ser la base para poder pasar a otros estadios de actuación que hoy son impensados, hoy día en Chile, tanto los municipios como los gobiernos regionales se limitan en muchos casos a poner un marco de condiciones para que el esfuerzo privado prospere, pero ese esfuerzo, muy pocas veces llega.

Probablemente lo que frena hoy en la mente de personas que sinceramente creen que es posible diseñar y construir gobiernos locales, y con ello que se permita una mayor libertad de estos para el manejo de empresas (en el sentido genérico) estratégicas, es decir que causen impactos positivos en la dirección del desarrollo en concomitancia con el sector privado, sea el temor a la generación de elefantes blancos, y claro, la corrupción y la infamia mafiosa que termina por beneficiar a unos pocos. Chile tiene hoy un buen manejo de ambas situaciones, hoy la evaluación de proyectos es más exacta y ante posibles escenarios de corrupción sistémica, la Contraloría General de la Republica es una buena agente fiscalizadora y previsora, aunque visualizo en el futuro mediato por el bien del país, que este organismo del Estado debería tener una mayor autonomía y más facultades.

Otro antecedente que se puede considerar es la instauración de gobiernos locales con competencias diferenciadas, no todas las regiones o áreas territoriales en que estos organismos gestores se implanten tienen las mismas carencias, potencialidades y problemas, por lo tanto las competencias deberían ser diferentes, esto en sí mismo es un desafío enorme, por lo tanto a mi juicio debería partirse con programas pilotos, que permitan evaluar en profundidad los logros, impactos y otros indicadores necesarios para reingeniería o rediseño.

Concepción , una buena zona para un proyecto piloto de Gobierno Local

La idea de un Gobierno local que de sentido a un real proceso de descentralización, es a mi juicio una buena idea para alcanzar mejores indicadores en el camino al desarrollo, pero requiere enormes esfuerzos tanto políticos como financieros, pero además, y tal vez más importante que todo, de una población más comprometida con su propio futuro.

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