miércoles, 28 de septiembre de 2011

TRANSANTIAGO, UNA SOBERBIA DISCIPLINARIA

Probablemente todos estarán de acuerdo que el tema TranSantiago es uno de los errores más caros que ha cometido el Estado, juntos tal vez con cierta venta de cobre a futuro ya casi olvidada.

Los datos duros indican altos niveles de rechazo 63,5% según cifra 2009 de Adimark , es decir lo que pareciera iba a ser un salto cuántico en el transporte público de la capital chilena, resulta en un elefante blanco que requiere dosis de recursos monstruosos para un país como Chile.
Algunas cifras son impactantes, se estima que la inversión pública hasta mediados del 2010 alcanzaba la friolera de 6 mil millones de dólares, una cifra cercana a las utilidades de Codelco en su mejor nivel de rendimiento y rentabilidad sumado en tres años.

El gasto en parchar y dar salida al funcionamiento del sistema después de los diagnósticos respectivos, se estima en unos 670 millones de dólares, además de otros gigantescos gastos por administración del complejo sistema.

Se ha dicho mucho del TranSantiago, lo que me sorprende es que existan los recursos para mantenerlo, amén de los préstamos internacionales, sin embargo el sistema está allí, lo que indica una capacidad de resiliencia del país bastante alta, no hay que olvidar que este gasto extremo en la capital, implicó que las regiones deban ser “compensadas” para equiparar el gasto público.

Mi visión del tema es que el transporte público en el país es una chacra, un desorden que debe costar muchos millones de dólares más que el TranSantiago, entre otros aspectos por exceso de oferta, por el tipo de oferta, por el gasto en combustible y por la sobre-exigencia de la precaria vialidad existente. Basta ver en cualquier ciudad del país un verdadero caudal de colectivos con uno o dos pasajeros colapsando las vías urbanas , pero el transporte público tradicional también contribuye con su cuota, en provincias donde no hay TranSantiago, se debe agregar vehículos de baja capacidad, ruidosos, hediondos e incómodos y en muchos casos, de bastante antigüedad.

autos colectivos ¿exceso?

El Ministerio de Transporte, la autoridad competente, quien está encargada del transporte urbano, tiene equipos especializados, equipos técnicos responsables como el SECTRA, que estudian los comportamientos del transporte público en las ciudades, planifican, y determinan tanto la gestión como la puesta en marcha de nuevos sistemas como el TranSantiago. Después del fracaso de este sistema y de otros regionales sin mayor publicidad, cualquiera mente algo lúcida podría pensar que a raíz de lo ocurrido, este ministerio y sus dependencias deberían pasar por una revisión profunda y tal vez, una renuncia colectiva para ver el transporte público con una nueva mirada, una suerte de exorcismo..

Mi impresión es que los sistemas implementados fallan porque no se conoce la ciudad, no se conoce el territorio más allá de unos indicadores que normalmente están incompletos o claramente no sirven. Tampoco me compro la metodología, algunos sistemas de modelado de transporte público utilizan información incompleta, caricaturizada o simplemente falsa para imaginar la ciudad futura. Un ejemplo de esto es la información de los cuestionados planes reguladores comunales e inter-comunales, instrumentos que no cuentan con información dinámica y cuyos datos prospectivos normalmente no tienen nada que ver con la ciudad real.

Algo me dice, tal vez mi formación en ciertas áreas del urbanismo, que falta una autoridad del transporte, pero no en la forma que estamos acostumbrados a verlo en Chile, no algo sectorial, sino un ente multidisciplinario pluri- sectorial que pueda ver no solo los indicadores de la generación, distribución y capacidad de las vías, partición modal, y asignación , sino que sea capaz de analizar otras variables de ciudad, variables urbanas de tipo morfológica, sociológicas y económicas entre otros, que tenga competencias rectoras de planificación, coordinación y que conozca con cierta profundidad la cuestión socio física del territorio, pero que además pueda sociabilizar, y abrir canales de participación ciudadana, la gran deuda de todo este tinglado. Sería bueno en definitiva que se comprenda el tema de la movilidad desde un enfoque más urbanístico que el de la ingeniería de transporte, por cuanto la movilidad es en realidad una extensa trama de conceptos, variables y comportamientos propios de cada ciudad.

El TranSantiago es una dura muestra para un país como Chile que la soberbia de algunos técnicos, nos puede llevar a dar soluciones que no son y más encima para un problema diferente, algo así como encontrar de noche en una pieza oscura un gato negro que está en otra parte.

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