miércoles, 20 de abril de 2016

Maldad nuestra de cada día.




Hace ya algún tiempo vengo estudiando el problema de la maldad en la sociedad contemporánea, quizás sea porque estoy más viejo, quizás sea porque me ha tocado ver algunas situaciones de modo más cercano, pero me he convencido que la maldad reina entre nosotros. Con la caída de los dogmas religiosos en occidente y las fuertes influencias del ateísmo militante, especialmente en las sociedades cristianas, “algo” se ha liberado, un “algo” nuestro que algunos atribuyen al EGO, "eso", nuevamente, una vez más,por enésima vez, ha roto sus cadenas o a salidos de las oscuridades del ser y así libre, comienza a dar rienda suelta a ímpetus y formas de actuar que parecen tomados de películas de ciencia ficción.

Después de los horrores de la segunda guerra mundial muchos intelectuales pensaron que las atrocidades cometidas en ese período serían una lección permanente para las futuras generaciones, una suerte de nunca más, un nunca más que cuestionó el porqué de la maldad en ciudadanos que parecían civilizados, que parecían sofisticados y con grandes adelantos tecnológicos e intelectuales a su haber, se trataba en muchos casos de dedicados padres de familia que de pronto, cuando se apagó la luz, se transformaron en bestias.

Pero este fenómeno no sólo ocurre en estas sociedades de occidente, por lo que hemos visto en los medios y la internet de la guerra en Siria, el sadismo, la crueldad y la inmisericordia están a sólo un toque de silbato, ante la oportunidad de evitar el castigo, es decir en la impunidad, se convocan casi automáticamente los peores instintos, los más oscuros, los más criminales, y las conductas de los individuos en solitario, o en grupos, organizados o no, llevan la maldad a reinar sobre humanos, animales y medio ambiente.

No hay que engañarse, no es una cuestión de tiempos, mirando la historia humana se puede comprobar que la maldad nos sigue desde la noche de los tiempos, desde las más remotas edades, y si hacemos caso a los mitos bíblicos desde el principio con Caín, en esa línea, el fenómeno debe haber perturbado tanto a las mentes antiguas que muchas veces en sus intentos por controlar en algo esas influencias, sus dirigentes y sacerdotes terminaron por personificar la maldad, se trataba de un intento por combatirla, por presentarla como ”algo” fuera de nosotros, no obstante esos paradigmas religiosos, hay demasiada evidencia para no sospechar que la maldad es consustancial a nuestros pensamientos y quehaceres, la llevamos a cuesta quierámoslo o no, intentemos extraerla o no, está allí, recordándonos que así como actuamos bien también podemos actuar mal, y es una posibilidad que muchos toman sin meditarlo y para otros, es el actuar meditado de todas sus acciones, son malvados.

Hoy vemos en las redes sociales como el fenómeno se replica así mismo, dado el anonimato que es posible obtener en internet, es bastante preocupante lo que piensa la gente y lo que opina sobre diversas situaciones, en tal caso me ha tocado ver cómo se ataca a personas y organizaciones en forma artera, brutal, extrema, sin un poco de reflexión sobre lo que se dice, sin verificar o tomarse la molestia de comprobar si tal acto o conducta está basado en alguna evidencia, normalmente son encausamientos y manejos de otros que diseñan una suerte de planes malévolos.

Concluyendo sobre esto, y mirando viejos mitos, quizás estemos en un planeta cárcel, no sólo nosotros, quizás cuantos otros seres malos que vagamos de noche y de día por estas superficies, sobre ella y bajo ella, esperando alguna luz que nos redima de nuestra maldad.

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