sábado, 26 de mayo de 2018

Trincheras




Fotografía de https://es.wikipedia.org

Como todos los mortales, también tengo sueños y pesadillas, me acuesto tranquilo en brazos de Morfeo esperando pasar una buena noche, pero de improviso me traslado a mundos bizarros, vagando por todo tipo de ambientes y escenarios, este es uno de ellos.

Estoy intentando visualizar una huella por la cual escapar, quiero encontrar la ruta que llaman el “camino de los sabios”, me imagino desde esta incómoda postura que debe ser una línea muy delgada, finísima, por ello estimo que al encausar los pasos por ella es recomendable caminar como un gato por la cornisa, atento y concentrado.

Aunque estoy absolutamente sin tiempo ni lugar, perdido en mi existencia, sospecho que si ese camino existe debe ser una huella difícil de seguir, es mucho más fácil caer nuevamente a este lugar en que me paso la vida, luchando de malas ganas, tirando algunos disparos por aquí y otros por allá. Todos por aquí somos habitantes de trincheras, son en estos espacios malolientes donde se pierde la humanidad, la calidez de los sentimientos y el sentido de la lucha que damos, estos surcos son nuestros hogares, un absurdo, y el mundo está lleno de ellos y siguen aumentando porque cada día hay más enemigos con quien luchar. Tampoco podemos dejar las armas ni el estandarte porque además de estos enrarecidos ambientes no hay donde ir.

Especulando sobre esa ruta que todos tenemos como esperanza, e imaginamos como una realidad, podría tratarse de una huella que nos han dejado como regalo grandes hombres y mujeres que han pasado por aquí; sus pensamientos, su tolerancia y hasta sus deseos de un humanismo sincero hacen pensar que se trata de un buen camino a seguir, sin embargo debe ser una huella débil, difusa y hasta los vientos deben conspirar para sacarnos de ella. Quien logra moverse por allí debe ser estoico, contestador, y muy consciente que ese sendero es una realidad alternativa, un mundo aparte, lo real son los proyectiles que sentimos que cruzan sobre nuestras cabezas.

Subirse a ella y mantenerse allí reptando como serpiente y con la mente muy despierta para evitar caer nuevamente es un desafío que me revienta el seso, menudo problema, todo esto quizás tenga que ver con la supervivencia de “algo” más que el puro cuerpo. Una vez leí de Walter Riso que - uno (yo como individuo) no se debe entregar a algo o alguien para que lo domine y se apodere de su mente, eso es una forma de suicidio psicológico - , y pareciera entonces que cuando caímos en estas trincheras, no sólo nosotros, todos, cometimos un tipo de suicidio, quizás estamos más muertos que vivos por estos espacios de desesperanza.

Vivir en las trincheras que se multiplican hasta donde alcanza la vista no nos permite ni siquiera imaginar esa delgada huella salvadora , es bastante difícil, tengo la sensación que evolucionamos a algo parecido a topos, quizás hemos perdido la visión, además se nos entorpece el cerebro y no se puede apreciar el campo cercano ni la perspectiva porque un proyectil puede volarnos la cabeza, además se debe vivir de rodillas, por aquí todo el mundo lo hace, estamos falto de aire, y sujeto a órdenes de un alto mando que debe estar en alguna parte.

Quiero imaginar mientras sostengo un jarrón con un líquido tibio y amargo, que al caminar por tan estrecho sendero debe preocupar tambien, caer en los bolsones de idolatría, abundan, han aparecido como los hongos por aquí, cada uno de ellos te ofrece un momento de paz, de descanso, pero en realidad son proyectos u utopías carentes de realidad, ¡representaciones culturales dirán algunos¡ , digamos su verdad, nada más que tramoyas dibujada y aceptada por algunos o muchos, recuerdo una máxima que dicen que decía Marco Aurelio, “ …Mi toga imperial no es otra cosa que una lana teñida con el color de unos mariscos…”, al parecer las verdades son bastante más prosaicas que las grandes ideas que nos hacemos de ellas, son puros cuentos.

También debe suceder que al caminar sobre estas trincheras embarradas y hediondas a muerte, debe alejarse esa sensación que nos martilla la mente, ¡hay que darle duro a esos que han tomado líneas separadas o claramente en oposición a lo que piensas!, ese martilleo mental nos lleva a creer que el triunfo nos permitirá marcharnos de estos ambientes infernales, ¿pero será así?, lo estoy dudando, probablemente es infantil pensarlo, lo más probable es que lo que llamamos victoria no sea más que una ilusión, un sinsentido , ¿pero que sabemos nosotros?, la verdad probablemente fue víctima de tanto intercambio de proyectiles.

Quiero pensar que en las innumerables trincheras a ambos costados de esa ilusoria y delgada huella que serpentea el soñado camino a casa, los otros también deben estar preguntándose estas mismas cosas, pero mientras lo hacen se posicionan y nos impiden avanzar según lo que sabemos, según lo que nos han dicho nuestros activistas, esa soldadesca ordinaria de más allá nos ponen difícil el día a día, mucha gente está “punchando” por “avanzar”, es cierto, pero los que nos frenan , los que nos hacen retroceder , o aquellos que nos quieren obligar por la fuerza ir hacia estadios civilizatorios equivocados, o peor aún, los que no quieren ir a ningún lado, son legiones.

Quiero imaginar que al caminar en esa delgada huella que se desplaza allá arriba entre las trincheras sucede algo mágico, los proyectiles aunque te tocan no te hacen daño, no eres el enemigo de nadie y no tiene sentido atacar a nadie, solo procuras avanzar en el camino al hogar donde te esperan los que te quieren desde el principio de los tiempos. Al final pareciera que nadie de nosotros está ganando nada, por eso quiero subirme a esa huella, caminar, reptar, no me importa, sin embargo llevo tanta carga encima que sueño que resbalo una y otra vez.

Entonces llega el amanecer, me despierto y noto que he sudado mucho, me levanto y voy al baño pensando que esa realidad no es la que vivo, pero inmediatamente dudo de todo, no lo sé, mientras me mojo la cara y me miro a los ojos en el espejo, no me reconozco, soy otro y yo al mismo tiempo, el que se queda y el que se desvanece, quizás estoy transitando por otro sueño, algo me dice que luego tengo que encaminar mis pasos a la trinchera. ¿Qué pasará con los otros?, me gustaría saberlo.

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